A raíz de la pandemia de la crisis sanitaria provocada por la COVID-19 la industria tecnológica mundial vive una crisis de componentes. La electrónica de consumo agotó las reservas de componentes electrónicos esenciales para la producción. La falta de chips y semiconductores ha provocado retrasos e interrupciones en las cadenas de montaje de los fabricantes de coches. Ante este panorama muchos países han abierto las puertas a la construcción de grandes fábricas tecnológicas, España entre ellos. Sin embargo, las ambiciones del Gobierno Central no han tenido la respuesta deseada.
España quería atraer a grandes inversores tecnológicos como Intel. El gigante americano se ha planteado en más de una ocasión la construcción de un gran centro de desarrollo en suelo europeo, pero finalmente los intereses comerciales han hecho que el proyecto se haya derivado a Estados Unidos. Europa necesita independizarse de los grandes fabricantes de chips, principalmente instalados en China. La industria sufre por esta dependencia y las cadenas de montaje siguen acumulando retrasos.
La construcción de una fábrica de chips no es una tarea sencilla. Las condiciones precisas para la producción de semiconductores y chips requieren la inversión de miles de millones. El Ministerio de Industria, Comercio y Turismo esperaba poder atraer a grandes empresas con rebajas fiscales y numerosos incentivos económicos. Sin embargo, tras meses de negociaciones ninguna gran compañía se ha decantado por nuestro país como fuente de producción. Esto ha obligado a cambiar el enfoque de la propuesta, reduciendo la ambición de fabricar chips de última generación.
En el mercado mundial de microchips no todos son iguales. Los hay más caros y otros más baratos, menos complejos y más fáciles de producir. Según diversas fuentes recogidas por Automotive News, el Gobierno de Pedro Sánchez estimaba un plan de inversión de 12.300 millones de euros, cifra que no puede ser confirmada ya que la estrategia no es pública. El único comentario al respecto ha surgido de la oficina de prensa de la Moncloa: "España no ha cambiado su posición. Desde el principio, la prioridad clave de nuestra estrategia fue la de atraer empresas que puedan diseñar o producir microchips y partes de la cadena de valor".
Mientras tanto la industria sigue pagando las consecuencias de una demanda excesiva y una falta de planificación. La escasez de suministros está lejos de resolverse. La creciente necesidad de microchips de 10 y 28 nanómetros ha hecho que España reoriente la estrategia de convertirse en un centro de abastecimiento para el mercado automotriz europeo. Centrarse en las gamas menos avanzadas atraerá a la mayor parte de la demanda mundial, aumentando las posibilidades de captar fabricantes a España. "Tenemos una estrategia clara, pero nos adaptamos a medida que evoluciona el mercado".
Las últimas semanas han sido muy convulsas en los despachos de La Moncloa. España quiere atraer inversores extranjeros y sabe que la industria del automóvil juega un papel fundamental. Aunque no ha sido sencillo, finalmente Volkswagen ha confirmado que construirá la tercera de sus seis grandes fábricas de baterías europeas en Sagunto, Valencia. La planta espera estar operativa a lo largo del año 2025 y espera poder contratar a más de 3.000 trabajadores.