Ningún arancel evitará que ciertos fabricantes locales desaparezcan si Europa no reacciona a tiempo ante el avance de China

A China, los aranceles a sus coches eléctricos en la Unión Europea parece que les han supuesto poco más que un bache más, y ya lo tienen todo listo para hacer del suelo europeo el territorio de sus plantas de ensamblaje, una 'trampa' ante la que Bruselas debería reaccionar.

China está muy por delante, y lo mejor es aprender de su histórica estrategia.
China está muy por delante, y lo mejor es aprender de su histórica estrategia.
20/02/2025 10:30
Actualizado a 20/02/2025 11:51

La tensión comercial que China tiene en las relaciones con Europa y Estados Unidos desde hace meses es más que evidente, pero resulta que el país asiático sigue encontrando el limbo legal adecuado para que nada pueda frenarlo en su expansión por todo el mundo. Los coches eléctricos son una cuenta pendiente a nivel global y China está preparada para dar un paso magistral, salvo que la Unión Europea actúe a tiempo para evitarlo.

La situación tiene que ver con los aranceles que Bruselas aplica a los coches eléctricos fabricados en China y que se quieran vender en suelo europeo, que son de hasta el 45,3%. Una solución que los legisladores de Europa dieron para acabar con lo que consideraron que era una competencia desleal por parte de las marcas asiáticas.

Europa tiene un problema grave que solventar

Hay otras partes del sector, entre ellas varias marcas europeas, que no ven los aranceles como algo positivo.
Hay otras partes del sector, entre ellas varias marcas europeas, que no ven los aranceles como algo positivo.

Esto no gustó nada al Gobierno chino, que ha respondido con denuncias, amenazas y aranceles a productos y fabricantes europeos con intereses comerciales en China, como represalia ante la medida de Bruselas.

Pero ni eso ha dado resultados, y las nuevas tasas de importación siguen activas, pero lo cierto es que hay una manera de evitarlos, y China lo tiene todo orquestado para que así sea.

Ya son varios los fabricantes chinos que tiene previsto levantar plantas de ensamblaje en Europa, y eso incluye también a España, bien por sí solos, o mediante acuerdos con firmas europeas, estas últimas para asegurarse contar con la evolucionada tecnología china.

El problema, según un estudio de Transport & Environment (T&E), es que la Unión Europea corre el riesgo de convertirse "en la planta de ensamblaje" de los chinos, es decir, que será un mero trámite para que China se aproveche y pase de largo los aranceles, pero no impedirá a las marcas asiáticas comerse el mercado y dejar a los fabricantes locales fuera de juego.

Los aranceles no son la solución idónea

La transferencia de conocimientos y de toda la cadena de valor debe ser un obligado.
La transferencia de conocimientos y de toda la cadena de valor debe ser un obligado.

Stellantis y Volkswagen, entre otros, ya tienen acuerdos con firmas chinas para intentar salir adelante y aprovechar la tecnología asiática, pero T&E hace hincapié en que no hay un marco regulatorio adecuado que asegure el intercambio de conocimientos, con el riesgo que eso conlleva.

La empresa, de hecho, recuerda el caso de Northvolt, que ha caído en bancarrota, y tuvo que cederle gratis su parte de Novo Energy a Geely, con quien acordó el levantamiento de una planta de baterías para coches eléctricos en Suecia.

Julia Poliscanova, directora senior de T&E, sentencia que "podemos beneficiarnos de donde hay experiencia y usarla para ponernos al día rápidamente, tal como lo hicieron los chinos en los últimos 20 años".

Es decir, que se trata de aprender de China, y no de intentar dejar de ser dependientes por nosotros mismos, cosa que lleva años fracasando, como se ha visto ya en algunos proyectos europeos.

Es más, China va muy por delante que el resto del mundo en el sector de la industria del automóvil porque supo entender las transferencias necesarias en la cadena de valor al completo, y ya a principios de siglo puso como condicionante este tipo de transferencias a todos los fabricantes que querían producir más barato en suelo chino, incluidos los europeos.