La furgonetas son las responsables del 12% del total de las emisiones del transporte en carretera, según un estudio de la consultora CE Delft, que explica que el actual estándar para este tipo de vehículos de 147 gramos por kilómetros de Dióxido de Carbono (CO2) en 2020 es poco ambicioso, en comparación con el establecido para coches de 95 gramos de CO2 por cada kilómetro recorrido.
La actual propuesta de la Comisión Europea, que recoge CE Delft, propone reducir las emisiones de furgonetas en un 15% para 2025 y en un 30% para 2030, a pesar de que su propio estudio de impacto concluye que una reducción de un 40% en 2030 es mejor, teniendo en cuenta que las furgonetas se usan en negocios y que por tanto recorren más kilómetros que los coches.
La compañía asegura que en 2018, las furgonetas diésel pequeñas, que constituyen el 40% del total de las ventas de este tipo de vehículo en la Unión Europea, tienen el mismo coste que las furgonetas eléctricas y libres de emisiones.
El estudio muestra que la caída de los precios de las baterías, hasta un 24% en 2017, fue el factor principal que ha conseguido igualar los precios.
"La electrificación de las furgonetas es particularmente atractiva porque son las utilizadas por negocios. Estos compradores tienen en cuenta el precio total (compra y uso) y no solo, como hacemos la mayor parte de los particulares, el precio de compra", ha destacado Miriam Zaitegui, miembro de la ONG Ecodes.
"Hay capacidad para que 800.000 furgonetas eléctricas puedan ser conducidas en las carreteras europeas sin suponer un coste adicional a sus dueños respecto a las furgonetas diésel", ha asegurado la responsable de Vehículos Limpios de T&E, Julia Poliscanova.
Por su parte, las furgonetas más pequeñas, además, juegan un papel importantísimo en la lucha contra la contaminación en las ciudades ya que, en este ámbito, son las más usadas en el transporte de mercancías.
Sin embargo, a pesar de los beneficios económicos de las furgonetas eléctricas, la compañía asegura que no contribuyen ni un 1% del total de las nuevas matriculaciones en Europa, ya que no existe una capacidad de elección real, al haber diez modelos con batería eléctrica en el mercado frente a 200 modelos diésel.
"El problema es que la industria no ofrece lo que el mercado ya demanda, así que, en favor de un aire limpio, nuestros políticos, mediante políticas adecuadas, deben requerir a los fabricantes que inviertan esfuerzos en tecnologías limpias", ha añadido Poliscanova.