Muchos se preguntan cuánta agua se necesita para sofocar el incendio de un coche eléctrico. Pero la respuesta en realidad es que los bomberos poco pueden hacer por extinguir un fuego que nace de una batería de este tipo de coches.
Lo cierto es que ante una batería en llamas o, incluso, ante una en la que se ha iniciado ya la fuga térmica, por el momento lo único que se puede hacer es dejarla que se consuma para completo. La experiencia dice que de nada sirve malgastar litros de agua para intentar apagar el incendio.
Lo que sí se consigue con las mangueras de los servicios de emergencia es enfriar aquellos módulos que todavía no hayan sido afectados, para evitar que un sobrecalentamiento los haga arder también. Esto puede ocurrir a los diez minutos del accidente o inicio del primer fuego, a la media hora o incluso horas después.

Y no es tan importante la cantidad de agua como la efectividad en su uso. Hemos visto a servicios de emergencias alemanes utilizar bañeras gigantes para sumergir los vehículos cero emisiones afectados o con riesgo de incendio tras un accidente.
Seguramente ahora mismo es uno de los medios más adecuados, pero plantean dificultades como que no están disponibles para todos las agrupaciones de bomberos del mundo, son caras, no son fáciles de transportar y hay algunas cuestiones medioambientales respecto a qué se debe hacer después con ese agua utilizada en el proceso de extinción.
Si se dejan arder por completo, contaminan el aire y, si se sumergen en agua, lo hacen con el propio líquido y con todo aquello que acabe recibiendo este agua. Es decir, que de poco vale esta tarea si finalmente el destino del residuo es el mar.
Falta también, además de equipamiento, formación en cuanto al protocolo a la hora de actuar con vehículos eléctricos.
Vemos casos por todo el mundo en los que los bomberos no pueden hacer mucho más que utilizar agua durante horas y en cantidades que van desde los 10.000 hasta más de 130.000 litros, como es el caso de una actuación real que tuvo lugar recientemente en Estados Unidos.

Con un coche de gasolina o diésel, que por otro lado arden con más facilidad, todo sea dicho, la cantidad que necesitan para sofocar el fuego no va más allá de los 3.000 litros, en el peor de los casos.
Los tiempos de extinción también cambian, ya que de la media hora que, como mucho, requieren los vehículos de combustión, pasamos a varias horas para asegurar que se sofoca el incendio de un coche eléctrico.
Hay que sumar también los riegos más altos a los que se enfrentan los equipos de rescate cuando actúan con automóviles cero emisiones implicados, como el peligro de electrocutarse, las altas temperaturas que alcanzan este tipo de incendios o los humos tan tóxicos que emanan de las baterías.
Para esto sí que existe un protocolo. Aunque el circuito eléctrico es tan seguro que acaba cortándose por norma general automáticamente, los bomberos están obligados a asegurarse de esto por ellos mismos, cortando el circuito de forma manual desde la zona o zonas que el fabricante ha habilitado para ello.
En este sentido, sí que debería haber un estándar para que todas las marcas colocaran estos puntos de desconexión en los mismos lugares y con la misma facilidad de acceso.
Volviendo al tema que nos atañe, la solución no puede pasar por usar hasta 36 veces más agua en un coche eléctrico que en uno de combustión.
La formación y la evolución en materia de seguridad debe adaptarse a los tiempos que corren. Conocemos sistemas ya en fase de pruebas o en uso como las mantas térmicas que cubren el coche por completo o los sistemas de punción de las baterías para inundarlas por completo y hacer más eficaz el enfriamiento.
Pero, de momento, no hay nada que haya convencido por completo y que se haya extendido a todo los equipos de emergencias del planeta.