De valer 3.000 millones en 2021 a poco más de 300 en 2023. Ese ha sido el via crucis por el que ha pasado la compañía fundada por Enric Asunción y Eduard Castañeda en 2015 y cotizada en la Bolsa de Nueva York. A lo largo de ese periodo, han tenido que anunciar una sucesión de malas noticias: el ERE que afectó a 96 empleados en febrero de 2023, el cierre de la fábrica de San Andreu de la Barca un año después, la reestructuración de su sede de Australia y la caída del valor de sus acciones de los 18 € de 2021 a los apenas 1,5 € que vale hoy.
Ahora han presentado los resultados financieros de su último trimestre y parece que las cosas empiezan a cambiar de signo, aunque todavía más lento de lo que la firma esperaba. De enero a marzo generó ingresos por valor de 43,1 millones de euros, un aumento de aproximadamente el 23% frente al mismo periodo del año anterior, cuando las ventas alcanzaron los 35 millones de euros. Y han conseguido un margen bruto del 39,6%, lo que supone una mejora de 600 puntos básicos respecto al anterior trimestre.
Tanto el ERE como las reestructuraciones en sus sedes y en sus plantas productivas les ha permitido rebajar los costes por un valor de 60 millones de euros, lo que en términos porcentuales supone recortar un 21% los costes laborales y un 30% los gastos operativos frente al trimestre del año anterior. Un buen dato para apuntalar la estrategia de recortes planteada el año pasado por la junta directiva de cara a iniciar el camino de la recuperación.
Y aunque están en la senda, parece que todavía la rentabilidad se hace de rogar un poquito. Las previsiones era que se alcanzasen los números negros en el segundo semestre del 2024, pero desde la compañía afirman que para esa fecha “estarán cerca del break even”. En otras palabras, “cerca”, pero no “en”.
¿Qué es lo que ha pasado para que esta prometedora compañía con sede en Barcelona y pionera en cotizar en la Bolsa de Nueva York lleve más de dos años bailando en la cuerda floja? Hagamos un repaso.
Una empresa pionera y visionaria
Wallbox nació en 2015 de la mano de dos ingenieros: Castañeda y el ex Tesla Enric Asunción. Todo surgió en una conversación durante una boda, entre gintonic y gintonic, y seis años después se había convertido en el líder europeo y uno de los líderes mundiales en cargadores domésticos. Cuando nació, ambos fundadores tenían claro que el futuro era de los coches eléctricos y que había que estar bien posicionados para cuando llegase el momento.
Como reconoció Asunción en una entrevista, “Yo tenía la suerte de que, como había estado en Tesla, sabía que el coche eléctrico iba a venir porque era un producto mucho mejor que los coches de gasolina. Veías un Tesla y veías un gran coche. Sólo era cuestión de bajar costes, pero la tendencia era clarísima. La apuesta fue el enfocarse en el nicho de la carga en casa y hacerlo cuando lo hicimos. Ese fue uno de los éxitos de Wallbox. Más que lo que hemos hecho es cuándo lo hemos hecho y cuándo lo hemos implementado”, explicaba en 2022, poco después de entrar en la Bolsa de Nueva York.
Pero también señalaba por aquel entonces que “Hay cosas macro que pueden cambiar”, explicaba. Y, por desgracia, las “cosas macro” cambiaron.
Esas “cosas macro” que cambiaron fueron, por un lado, la crisis bursátil de las tecnológicas que arrancó a finales de 2022 y se llevó por delante al conocido como el banco de las startups, el Silicon Valley Bank en marzo de 2023 provocando un auténtico crack financiero-tecnológico y enfriando las inversiones en las grandes tecnológicas, lo que tuvo un efecto directo en las cuentas de Wallbox.
Pero, quizás, lo que más ha afectado a la compañía ha sido la ralentización en la penetración del vehículo eléctrico en Europa, el principal mercado de la compañía. De hecho, aunque Wallbox tiene una importante presencia en EEUU, su mercado más importante hasta el momento era el Viejo Continente de donde procedía el 70% de los ingresos. La lentitud en la implantación del vehículo eléctrico ha lastrado los números de la entidad.
Una disrupción tecnológica que tendrá que esperar
Ahora, son conscientes de que “la transición a los vehículos eléctricos no será lineal y uniforme, sino que seguirá una curva de adopción similar a otras disrupciones históricas, como la de los ordenadores o los teléfonos móviles. Por eso, las empresas que puedan mantenerse ágiles y cerca de sus clientes, controlar los gastos de manera efectiva, seguir innovando, consolidar negocios atractivos y ofrecer resultados consistentes, superarán cualquier desafío en esta transición”, señalan desde la compañía.
La solución que proponen desde Wallbox es seguir innovando: “nos hemos enfocado en un plan estratégico que incluye el crecimiento de las ventas con la introducción de nuevos productos, como el lanzamiento de Supernova 180 y Pulsar Pro en Norteamérica; la integración del cargador eM4 en los canales de ventas de Wallbox, y la introducción de ABL Pulsar en los canales de ventas de ABL”.
Y “si bien el plan de reducción de costes de 2023 se completó con éxito, seguimos comprometidos con la optimización continua, que incluye la reducción de costes y mejoras en el margen bruto. Junto con numerosos acuerdos comerciales importantes, Wallbox también ha fortalecido su posición en Alemania, gracias a la adquisición de ABL”.
Ahora, aunque “la prudencia del consumidor está presionando la velocidad de adopción de los vehículos eléctricos a corto plazo, hemos avanzado de manera consistente y seguimos destacándonos, especialmente en el actual panorama competitivo”, señalan.
De este 2024, esperan que “sea un año crucial en el camino de Wallbox. Hemos completado acciones importantes que redujeron nuestra base de costes, introdujimos diversos productos nuevos, adquirimos negocios atractivos, forjamos nuevas alianzas y ahora tenemos la rentabilidad a la vista”.
No en vano su objetivo sigue siendo claro: “liderar el mercado de carga de vehículos eléctricos”, concluyen.