La marca española Velca amplía su oferta, hasta ahora basada en los scooters urbanos, y se estrena con su primera moto con un modelo de estilo custom. En concreto, su diseño atiende al concepto bobber. Es decir, está caracterizado por una carrocería minimalista –fíjate en las aletas de las ruedas llevadas a la mínima expresión– y el generoso balón de sus neumáticos.
Su imagen no puede negar una clarísima inspiración en la Sportster S de Harley-Davidson. Por cierto, no deja de ser curioso que la marca americana –el icono del concepto custom– no aprovechase al estrenar su gama eléctrica con la LiveWire a darle una imagen custom más identificativa con la marca.
Nuestra protagonista, Velca Vortex, es un modelo de origen chino. Como no… Se trata de la JSQ1 de GaeaCycle, que la emprendedora marca española ha occidentalizado dándole el original nombre de Vortex. Traducido significa vórtice. Es decir, un torbellino o el centro de un ciclón. Y eso es lo que pretende la Vortex, revolucionar y darle más vida al actualmente algo apagado mercado de las eléctricas. Para ello se ha salido del guión establecido, y ha fusionado dos conceptos aparentemente tan antagónicos como son el mundo del custom y la movilidad sostenible. ¿Lo logrará? Desde luego, cuenta con argumentos más que suficientes.
¡Sí! Es custom y eléctrica
Además de ofrecer una cuidada estética, el asiento de la Vortex queda a una altura muy accesible con respecto al suelo. Lo que permite montarse sin el mayor problema. Algo que agradecerán los conductores de talla más reducida. Éste resulta cómodo y su forma envolvente se adapta a nuestra anatomía, resultando también un buen apoyo a la hora de integrarnos en la moto.
En su ergonomía, llama la atención la posición tan adelantada que toman las manos, y en menor medida los pies. Vamos, que no puede negar su estilo bobber. Eso sí, no hay pedales junto a los estribos, así que la conducción se centra en las manos. Ambas manetas están destinadas al sistema de frenos. Por cierto, éstas cuentan con regulación en distancia. Otro buen detalle para adaptarse a cualquier talla.
“Velca ha estrenado el nicho custom con la Vortex
Las piñas están retroiluminadas; algo muy práctico y vistoso cuando las condiciones de luminosidad son escasas. Montan abundantes botones destinados al gobierno de distintas funciones. Como la selección de los modos de motor, la marcha atrás (R), los menús de la instrumentación, la desconexión del ABS (por cierto, ¿para qué?), etc. Destacan por su generoso tamaño, lo que favorece su uso con guantes en cuanto nos familiarizamos con ellos. También dispone del cómodo control de velocidad crucero, ubicado en el propio botón de puesta en marcha.
El contacto es mediante llave tradicional, y para iniciar la marcha requiere la habitual confirmación de desbloqueo del conmutador de parada de emergencia, donde nos encontraremos con el último de los tres modos de motor que hayamos seleccionado previamente.
Tres mapas de uso a cual más tranquilo
El motor va alojado en el buje trasero. A pesar de simular la Vortex llevar transmisión secundaria, como revelan los protectores que hacen de guía para la teórica cadena o correa dentada. En su caso están destinados a conducir el cableado de alimentación del motor. Éste declara una potencia nominal de 8 kW (11 CV) con un pico de 13 kW (18 CV), que resultan de lo más domesticados aunque totalmente capaces para mover sus casi 200 kg de peso: 196 kg para ser exactos.
En el Modo 1 de conducción la pantalla TFT de 5 pulgadas que forma la instrumentación muestra sus gráficos en color verde. En este mapa el inicio de la marcha es pausado y no permite superar los 50 km/h de velocidad máxima. Es el ideal para callejear a ritmo de paseo, sobre todo, cuando el objetivo es alcanzar los 180 km de autonomía que declara la Vortex.
El Modo 2 tiñe la pantalla de azul y permite salir con algo más de brío hasta los 90 km/h de velocidad auto limitada. Es el indicado para circular por las vías rápidas metropolitanas, y que permite quedar a salvo de las posibles multas por exceso de velocidad.
El Modo 3 es el más cañero, como confirma su panel ahora mutado en color rojo. Con él alcanzamos una velocidad máxima por encima de los 120 km/h. Poca broma.
Eso sí, en ninguno de los tres modos de motor permite realizar arrancadas fulgurantes y mucho menos desbocadas. Algo que nos parece con muy buen criterio, al ser un producto dirigido a los usuarios menos expertos y en posesión del carnet A1 o el B con, al menos, tres años de experiencia. Aunque la Vortex dispone de una respuesta del motor más enérgica una vez iniciada la marcha.
Ciclo a la altura del conjunto
La parte ciclo aporta estabilidad a cualquier velocidad y la necesaria agilidad para lidiar con el tráfico. Eso sí, las suspensiones con su firme y recorrido contenido, restan algo de confort a la bobber al enfrentar las habituales irregularidades de la calzada en forma de baches, juntas del asfalto o los típicos reductores de velocidad.
Los frenos son lo suficientemente solventes para detener sus casi dos centenares de kilos. Sólo la batería, que va integrada y la suministra CATL, pesa 46 kg. Además, dispone de lujos como el disponer de ABS; debido a su configuración como “125” (L3e) no estaría obligada a montarlo. Otro buen detalle como moto escuela que es la Vortex. Su funcionamiento es correcto y, además, no resulta nada intruso en las frenadas más contundentes.
Yendo lanzados, al reducir la velocidad echamos en falta algo de retención por parte del motor. ¿Qué tal una frenada regenerativa y que, además, contribuyese a la recarga de su batería? Ésta es de ión-litio y tiene una capacidad de 8,2 kWh. Para cargarla se invierten unas cuatro horas y media con el cargador rápido de 1,8 kWh y 25 Ah del Tipo 2 que trae la Vortex. La toma de carga está en la ubicación habitual del tapón del depósito; cuya tapa plástica desmerece en calidad con respecto al resto del conjunto. Por cierto, para el cable de carga no hay previsto ningún espacio para transportarlo en la propia moto.
La instrumentación ofrece abundante información y la más importante, como es la velocidad y la reserva de energía resulta legible de un vistazo. Además, cuenta con conectividad, lo que permite gestionar el Smartphone a través de ella y dispone de la función de navegador del tipo mirror link. Tampoco faltan un par de prácticas tomas de alimentación en formato USB-A y C para cargar el propio móvil, etc.
El escaso tiempo que dispusimos de la unidad de pruebas de la Velca Vortex –por cierto, se trataba de un modelo de preserie– no nos permitió comprobar de manera más exhaustiva su autonomía real. Aunque cubrimos unos 100 km con algo más del 60% de la carga y al habitual ritmo de pruebas “¡que no falte de ná!” probando todos los modos a fondo. Por lo que suponemos que los 180 km declarados son bastante fiables.
La Velca Vortex nos ha sorprendido muy gratamente. Por la originalidad de su diseño bobber destinado al mercado eléctrico y su eficacia a los mandos. Con ella tenemos una solución a la movilidad urbana e incluso algo más allá del extrarradio metropolitano, fruto de su considerable autonomía.
El precio de la Vortex es de 7.290 €, en el que también va incluido el asiento (50 €) y su respaldo (35 €) para el pasajero, un caballete trasero (50 €) para realizar su mantenimiento más cómodamente y los gastos de transporte hasta la tienda (170 €); y está disponible en tres colores: naranja, crema y negro. Si te llama la atención, no dejes de probarla; y estate atento a Velca que ya ha anunciado novedades para el próximo año 2025.