La contaminación y la congestión del tráfico están modificando los hábitos de movilidad de los ciudadanos en los núcleos urbanos. Las bicicletas eléctricas tienen la capacidad de cambiar las ciudades; su autonomía permite realizar muchos de los desplazamientos que hoy se hacen en un automóvil privado, aumentan la habitabilidad y también la calidad de vida. Pueden usarse tanto para los desplazamientos particulares como para los profesionales y, además, suponen un beneficio para la salud.
En los últimos años las bicicletas están tomando un nuevo protagonismo en las ciudades gracias a la incorporación de un motor eléctrico y una batería que ayudan al ciclista a alcanzar su destino con muy poco esfuerzo. Sin embargo, las bicicletas eléctricas existen desde finales del siglo XIX. De 1897 data la primera patente de una de ellas, y desde entonces, su evolución ha sido lenta década tras década. Finalmente, en 1995, la caída del precio de los imanes de neodimio permitió aumentar la potencia de los motores de las bicicletas eléctricas.
Primera patente de una bicicleta eléctrica de 1897.
En 2018, el mercado mundial de bicicletas eléctricas alcanzó un valor de 18.500 millones de euros y, según las previsiones, aumentará hasta los 34.500 millones de euros en 2025, Por ejemplo, en Estados Unidos, la venta de bicicletas eléctricas se ha multiplicado por ocho desde 2014, alcanzando una cifra de negocio de 68 millones de euros en 2017, lo que supone un incremento de un 91% respecto al año anterior. Las bicicletas eléctricas proporcionan un servicio de movilidad además de un valor añadido para la salud, el medioambiente y la habitabilidad de las ciudades.
Autonomía
La autonomía actual que ofrece una bicicleta eléctrica es la ideal para muchos de los núcleos urbanos de las ciudades más pobladas: entre 10 y 25 kilómetros. Por debajo de estas cifras están los patinetes eléctricos y por encima el transporte público, el automóvil privado o las motocicletas. Una bicicleta eléctrica puede cubrir la mayoría de los trayectos dentro de muchos de los núcleos urbanos, aunque su orografía sea complicada, gracias a la asistencia eléctrica que ayuda en las pendientes y en los tramos de mayor longitud.
Además, el argumento coste-beneficio es muy convincente en comparación con un vehículo particular, incluso si es necesario sustituir la batería cuando esta sufre excesiva degradación. Según el experto en bicicletas eléctricas Court Rye, de Electricbikereview, con el precio actual del combustible, el coste de operación de una bicicleta eléctrica es tres veces inferior al de un automóvil privado.
Usos profesionales y particulares
Las bicicletas ofrecen una plataforma versátil que permite modificaciones para acomodarlas a la entrega de alimentos, los servicios de mensajería, el transporte de paquetería y otros muchos usos. Todo ello puede lograrse montando accesorios especiales en el propio marco de la bicicleta, que además, puede soportar cargas mucho más pesadas que un patinete, por ejemplo.
Las bicicletas eléctricas admiten toda clase de modificaciones.
Gracias a la resistencia del cuadro pueden acoplarse asientos para transportar pasajeros, de manera similar a los acoples para niños que permiten las bicicletas no eléctricas. Gracias a la asistencia eléctrica podría incluso pensarse en un medio de transporte familiar para los desplazamientos diarios en la ciudad. Las bicicletas también ofrecen un grado de libertad similar o superior al que ofrece un automóvil.
Salud y habitabilidad
Montar en bicicleta es una de las actividades más saludables para el cuerpo humano, puesto que ofrece un ejercicio continuo, no excesivamente exigente, durante un periodo de tiempo suficiente. Las bicicletas eléctricas reducen la barrera del esfuerzo y la pereza para que las personas se involucren en un ejercicio regular y significativo. El esfuerzo de pedalear en pendientes y zonas planas, puede ser muy desalentador, pero la asistencia eléctrica hace desaparecer este inconveniente. Montar en una bicicleta eléctrica puede ser sorprendentemente divertido. Esto se traduce en cambios en los hábitos, mejorando la salud de las personas.
El incremento de las bicicletas en los núcleos de las ciudades mejora su habitabilidad, reduciendo el ruido, el humo y la congestión del tráfico. Este a incremento en la calidad de vida en las ciudades reduce el estrés, lo que también es un beneficio para la salud.
Bicicleta eléctrica plegable y urbana.
Transformar las ciudades
Con el cambio en las necesidades del transporte en las ciudades, los núcleos urbanos necesitan soluciones que aborden la diversidad y la densidad. Las bicicletas eléctricas tienen suficiente autonomía y utilidad como para cumplir con muchos de los desplazamientos actuales, añadiendo además una serie de beneficios como es el económico, y otros menos tangibles como el de la salud, el medioambiental y el aumento de la calidad de vida en las ciudades.