No es un secreto que las marcas utilizan la competición para desarrollar ideas que más tarde acabarán llegando a las bicicletas de serie. Hasta hace bien poco, esa labor era impensable con las bicicletas eléctricas ya que no existían pruebas para ellas donde testar las innovaciones que iban surgiendo con el tiempo.
De la mano de Orbea nace el proyecto OOLab (Orbea Optimization Lab) donde la firma de Mallabia colabora con diferentes marcas que se han asociado al propio programa para desarrollar y probar ideas que vengan tanto de una parte como de la otra. Y ese es el caso de Shimano que ha apostado firmemente por este proyecto, colaborando con Orbea desde hace unas temporadas. Un claro ejemplo es el motor Shimano EP8 RS, una unidad motriz de enfoque light (con potencia limitada con respeto a la versión normal del motor EP8) que, de momento, se instala en exclusiva en bicicletas de Orbea y que nosotros pudimos probar muy a fondo en la Orbea Rise H10 que utilizamos en la carrera del Desierto de Los Monegros.
El mayor banco de pruebas es la competición y ahí Orbea, muy experimentada gracias a los diversos equipos que desde siempre ha tenido compitiendo en diferentes modalidades, pone todo su saber para poder aprovechar al máximo la experiencia obtenida tras cada carrera. Saber interpretar las sensaciones que transmiten los corredores es muy importante y Shimano se beneficia de ello, aplicando dicho feedback de los profesionales al desarrollo de nuevas creaciones y tecnologías. Por cierto, el equipo OOLab de Orbea en competición está compuesto por el experimentado corredor francés Damien Otton y por el oscense Gabi Torralba.
¿Por qué se han elegido las EDR-E como ‘laboratorio’?
Posiblemente porque sea la competición más exigente de bicicletas eléctricas que existe en la actualidad. La EDR-E (las siglas vienen de EnDuRo -Electric) es la Copa del Mundo que está dentro de la Unión Ciclista Internacional (UCI) e incluye lo que se denomina Power Stages que son tramos cronometrados en subidas muy técnicas. Eso significa que la exigencia a los motores y baterías es máxima ya que en una competición de Enduro normal se cronometra solamente la bajada… Anteriormente, se la conocía como EWS-E (Enduro World Series Electric).
La dureza de esta joven competición es muy alta, ya que se compone de 9 pruebas (3 más que la EDR o, lo que es lo mismo, la Copa del Mundo de Enduro ‘sin motor’), con las mencionadas Power Stages (2 por carrera) que ponen a prueba no solamente a los corredores sino también a sus bicicletas.
¿Qué se pretende extraer de la competición en general y de las EDR-E en particular?
Tal y como señala la propia marca, estas carreras con subidas tan exigentes y técnicas no solamente ponen a prueba la potencia de un motor sino también la habilidad y pericia del corredor. No se trata de generar potencia a raudales sin más, sino de analizar cómo ha de entregar el motor esa potencia para que el atleta pueda extraer todo su potencial y aplicarlo a su estilo de pilotaje. No es una mera cuestión de vatios.
Es por ello que el equipo de competición OOLab compite con la Orbea Rise que no es precisamente la que instala el motor más potente: el Shimano EP8 RS ofrece una potencia nominal de 250 W y un par motor de 60 Nm, cuando otros motores de la competencia llegan a los 85-90 Nm. Incluso el propio EP8 en versión estándar llega a esas cifras.
Dependiendo del tipo de competición, se utilizan diferentes baterías: en las pruebas tipo Megavalanche (no están dentro de las EDR-E), Orbea comenta que se instalan baterías de menor capacidad (360 Wh) ya que en estas competiciones básicamente lo que se hace es bajar. Mientras que en la EDR-E, habitualmente montan baterías de 540 Wh, ya que hay una mayor exigencia subiendo.
Este motor ha sido desarrollado en competición, con un fin muy claro: que otorgue unas sensaciones de conducción lo más parecidas a una bicicleta sin motor. No se pretende un motor que abrume por sus altas dosis de potencia, sino que pueda ofrecer una ayuda en momentos puntuales. El modo automático de entrega de potencia (eMtb) hace que el corredor se concentre solamente en sortear los tramos más técnicos ya que el diferente aporte de potencia es elegido por el propio motor en función de unos parámetros que va obteniendo en tiempo real: potencia aplicada por las piernas del ciclista, la velocidad, el desnivel por el que circula la bicicleta.
Esta apuesta en competición por un motor como el EP8 RS ha dado como resultado para el usuario cotidiano una versión muy predecible en cuanto a entrega de potencia, con unas sensaciones que la acercan a una bicicleta sin motor. Además, dicho menor aporte de potencia y su estudiado sistema automático de entrega permite que las baterías tengan una mayor autonomía.
Algo que también se ha desarrollado en competición y que ha sido todo un acontecimiento para Shimano ha sido la tecnología de cambio automático AutoShift y FreeShift que lleva la transmisión electrónica Shimano XT Di2. Además de dichas tecnologías, “hay otros parámetros y ajustes que todavía no se pueden desvelar”, señalan desde la compañía.
Las tecnologías AutoShift y FreeShift poseen una experiencia bastante dilatada en competición: la AutoShift hace referencia a la actuación automática del cambio, es decir, que cuando pedaleamos el sistema decide cuándo insertar una u otra marchas. Por su parte, la tecnología FreeShift se refiere a la actuación también automática del cambio, pero cuando no pedaleamos: por ejemplo, en una bajada, aunque no pedaleemos, el sistema irá insertando marchas a medida que ganamos velocidad.
En competición, estos sistemas pueden ser unos aliados aunque, para ello, han tenido que ser testados en infinidad de situaciones y, sobre todo, los corredores han tenido que resetear su cerebro para hacerse a un pilotaje automático.
Una vez que acaba la carrera, se guardan todos lo parámetros de la bicicleta en todos los sentidos: cómo se han personalizado la suspensiones, las presiones de los neumáticos y el tipo de neumático que ha utilizado cada corredor para cada determinado terreno y, cómo no, todo lo referente al motor.
Shimano ha sido pionera en dotar a sus motores de serie de un poder de personalización muy grande: ha llevado el espíritu competitivo a las bicicletas que un usuario puede comprar. En el caso del motor EP8 (tanto en versión normal como RS), se puede configurar con dos perfiles diferenciados y hasta 15 opciones de asistencia a la pedalada distintas por cada uno, algo que hasta hace muy poco solamente estaba al alcance de los equipos de competición (y algo que no todos los motores del mercado ofrecen).
Orbea y Shimano siguen trabajando estrechamente bajo el amparo del programa OOLab: seguramente que pronto iremos conociendo novedades que se desarrollen en él y que habrán testado a conciencia en competición. Y es que los ajustes del motor EP8 en la Rise de competición serán útil para probar y desarrollar nuevos motores en colaboración con Shimano. Como señalan desde Orbea, "OOLab no siempre está vinculado a un proyecto concreto, sino que el aprendizaje generado ayuda a avanzar y dar forma al futuro”.