A lo largo de la historia, algunos fabricantes han dado vía libre a la imaginación a sus equipos de ingeniería para que presentasen concept cars únicos y extravagantes. Ford es una de las empresas que más modelos de esta clase presentó en el siglo XX, siendo algunos de los mejores ejemplos el Nucleon y el Seattle-ite. En el día de hoy vamos a hablarte de este último automóvil, el cual no pasó a la cadena de producción debido a contar con innovaciones más propias de décadas posteriores.
Seattle-ite, el coches de 6 ruedas y propulsión nuclear con la posibilidad de intercambiar motores
Ford ha sido tradicionalmente una de las empresas más innovadoras en la industria de la automoción. El Seattle-ite interpreta a la perfección la anterior afirmación, ya que es considerado como uno de los concept cars más curiosos que han sido presentados en el Exposición Century 21, una feria centrada en la ingeniería y tecnología espacial. Varias cualidades que incluía en su interior permitieron establecer nuevas líneas de innovación sobre cómo debía ser un automóvil en el futuro.
Al igual que el Nucleon, contaba con una mecánica que podría adaptarse para rendir mediante material radiactivo. Podría decirse que tenía un reactor en la parte delantera para funcionar sin emitir una sola partícula contaminante ya en los años sesenta. Con el objetivo de soportar mejor el peso adicional de esta tecnología, contaba con un segundo eje en la parte delantera, convirtiendo este vehículo en una alternativa con un total de seis ruedas.
El objetivo planteado radicaba en la incorporación de un pequeño propulsor de unos 60 CV de potencia para una circulación puramente urbana y otro adicional con 400 CV para conducción fuera de poblado. El cambio de la gestión de uno y otro motor se haría de forma automática, por lo que el confort sería una de las principales señas de identidad de este vehículo.
De aspecto futurista por fuera y por dentro, llama particularmente la atención la longitud de la carrocería y sus formas angulosas. Aun así, el detalle más impactante se podía encontrar en el interior, ya que disfrutaba de una pantalla de grandes proporciones con seguimiento GPS en tiempo real. Adicionalmente, este sería uno de los primeros automóviles en contar con aire acondicionado, un revolucionario sistema que acabaría con el calor en el habitáculo.
Tal y como era de esperar, esta tecnología quedó relegada a un cajón, ya que nunca se llegó a plantear como una alternativa viable en la automoción. Ahora, más de sesenta años después, la movilidad por carretera a base de energía nuclear sigue sin ser posible por una cuestión puramente técnica y relacionada con la seguridad. Los concept cars, en muchas ocasiones, se han convertido en ideas ingeniosas con difícil aplicación práctica.