La incertidumbre sobre el futuro de la regulación europea, que se plasmará en la próxima norma Euro 7 sobre las emisiones de los automóviles, da a los competidores chinos una ventaja competitiva, ha afirmado el CEO de Stellantis, Carlos Tavares. El motivo que provoca este escenario es que el estándar Euro 7 de la Unión Europea, que endurece los límites de emisiones de contaminantes de los automóviles, incluidos los óxidos de nitrógeno y el monóxido de carbono a partir de 2025, suponen una "desviación del objetivo principal de la electrificación".
La Comisión Europea está preparando la nueva normativa de emisiones Euro 7 (EU7), que sustituirá a las normas actuales EU6 en 2025, y que establece límites de emisiones mucho más bajos para los vehículos de combustión. Un endurecimiento de los requisitos, puede ser el inicio de la desaparición de los vehículos diésel y gasolina.
"No creo que Europa necesite la Euro 7", afirma Tavares. "Va a desviar parte de nuestro dinero y de nuestro poder de investigación y desarrollo a algo que no necesitamos, mientras que nuestros competidores chinos ingresan al mercado únicamente con una tecnología: la de los vehículos eléctricos a batería".
El máximo mandatario del grupo automovilístico se pregunta por qué los políticos pretenden que se empleen recursos económicos y humanos para el desarrollo de una tecnología que va a acabar prohibiéndose. "No es de sentido común" afirmó Tavares en la conferencia Automobilwoche en Berlín.
Tavares cree que la decisión tomada por la Unión Europea para que en 2035 se prohíba la venta de automóviles alimentados por combustibles fósiles debe renegociarse para dar a los modelos híbridos un papel más importante en la transición a los vehículos de cero emisiones. "Es esencial", afirmó durante una conferencia de prensa en el salón del automóvil de París. Aseguraba que esta decisión tendrá "consecuencias sociales que no son manejables" si se prohibieran los automóviles con motor de combustión antes de que los vehículos eléctricos asequibles estén disponibles.
En Berlín, Tavares afirmó que todavía faltan cinco o seis años para que el mercado reciba los primeros coches eléctricos asequibles. Cuando se le preguntó cuál consideraba como el mayor desafío para la industria europea en el próximo año, señaló el riesgo de quedarse atrás competitivamente respecto a los fabricantes chinos como el principal problema para los fabricantes de automóviles occidentales, incluso por encima de otros problemas como el suministro de semiconductores o el precio de la energía. "Si hay algo que temer es el declive del mundo occidental. Necesitamos trabajar de manera más eficiente para vencer a las empresas chinas no solo en tecnología sino también en calidad, precio y servicio... ese es el problema principal que tenemos por delante", afirmó el dirigente portugués.