La Unión Europea busca poner remedio a la contaminación de las grandes ciudades. Con el propósito de reducir la huella de carbono ha planteado a los países miembros la posibilidad de eliminar del mercado los motores térmicos, diésel y gasolina, a partir de 2035. Una senda de transformación que no ha contentado a todos. Alemania ya ha declarado que no está a favor de tal medida, tal y como ha asegurado el Ministro de Transportes germano, Volker Wissing, durante una reunión de Ministros en París.
Durante una entrevista a Motor1, el señor Wissing ha dejado clara su postura y la del Gobierno al que representa: "Queremos permitir los motores de combustión incluso después del 2035". Tajante afirmación que incluye un pequeño apéndice bastante importante: "solo si los coches de combustión pueden funcionar exclusivamente con combustibles sintéticos". Una puntualización importante que condiciona bastante la situación.
Como ya hemos dicho, Europa tiene marcado el año 2035 como año en el que diremos adiós a los motores térmicos. 13 años de transición que no todos los países reciben con los brazos abiertos. Si bien territorios como Noruega, Suecia o Países Bajos se muestran muy animados a dar el paso, otros, por el contrario, no están tan a favor. Hay que tener en cuenta que para muchos países es jugar con una industria que aporta miles de millones a las arcas comunitarias, como es el caso de Alemania.
El país germano es una superpotencia en cuanto a fabricación de coches. Sus marcas y su tecnología dan la vuelta al mundo, y es por eso por lo que eliminar de raíz la producción de coches de combustión puede suponer un duro varapalo para su mayor industria. Una vez más el Ministro de Transportes se ha pronunciado claramente al respecto: "no podemos confiar solo en la movilidad eléctrica o de hidrógeno para el futuro. Debemos permanecer tecnológicamente neutrales".
Conste que la industria del motor nunca ha considerado un horizonte 100% eléctrico, resultaría inviable. En el futuro, el mercado estará colmado de diversos formatos de movilidad, desde lo eléctrico al hidrógeno pasando por los combustibles sintéticos. Algunas marcas ya se están posicionando al respecto, Audi, por ejemplo, ya ha confirmado la homologación de sus motores diésel V6 para poder funcionar con combustibles renovables de aceite vegetal hidrotratado que reducen las emisiones entre un 70 y un 95%.
Los alemanes no parecen ser los únicos en negarse a la transformación 100% eléctrica para el 2035. Los italianos, también con una fuerte industria automotriz, han declarado, mediante el Ministro de Transición Ecológica, Roberto Cingolani, que el futuro del automóvil "no puede ser solo totalmente eléctrico", y que deberíamos centrarnos en "una nueva generación de híbridos ultramodernos, incluso con rendimiento limitado" para reducir el CO2. Veremos cómo acaba todo esto, pero está claro que hay demasiados intereses de por medio como para que la propuesta de la Unión Europea sea ratificada por todos los países miembros.