El mundo parece haber entrado en una espiral comercial muy peligrosa. Los aranceles se han convertido en la figura financiera más empleada por los principales continentes y potencias mundiales. El gravar los productos del extranjero no beneficia al libre mercado, ni a la sana competencia. Sin embargo, Europa y, ahora, Estados Unidos han decidido tomar el coche como rehén. El Presidente Donald Trump ha firmado una orden por la cual a partir de la próxima semana todos los coches importados desde el extranjero pagarán considerables impuestos adicionales. Hay una marca que se salva, Tesla.
El cuadragésimo séptimo presidente de Estados Unidos ha llegado a la Casa Blanca tras una larga campaña bajo el emblema “Make America Great Again” (Hagamos grande a América una vez más). Muchos de los discursos de Donald Trump se centraron en criticar duramente la deslocalización de la industria manufacturera americana en aras de otros países con una mano de obra más competitiva. Entre sus principales enemigos se han situado no sólo las empresas chinas, sino también europeas, mexicanas y canadienses. Poco le importa a Trump los muchos acuerdos comerciales firmados con sus vecinos.

Europa levanta la voz y anuncia represalias si no se revierte la situación
La excusa esgrimida para fijar los nuevos aranceles ha sido clara: “por quitarnos nuestros empleos y nuestra riqueza“. A partir del 2 de abril todos los coches extranjeros que crucen las fronteras del país o lleguen a los puertos de Norteamérica tendrán que pagar un 25% más de impuestos. Eso supone una enorme cantidad en aranceles extraordinarios para las marcas. Hyundai, Nissan y Toyota son las más afectadas. Se estima que las marcas coreanas tendrán que pagar unos 7.000 millones de dólares en materia arancelaria. Un 40% del beneficio operativo de ambas marcas.
Pocas marcas, por no decir que ninguna, se salvan de la quema. El problema es que Trump no sólo ha castigado a los coches fabricados en el extranjeros, sino que también ha gravado con el 25% a todo componente automotriz creado fuera de los límites del país. Aunque un coche se produzca en Norteamérica, su precio se verá incrementado si sus piezas proceden del extranjero. Todas las marcas se ven afectadas por esto, pero hay una que a pesar de perder es la que más gana, Tesla. Incluso Ford se ha visto castigada al recibir un 21% de sus componentes de Canadá y un 2% de México, por no mencionar los coches que fabrican sus vecinos del sur.

Tesla pierde, pero mucho menos que la mayoría. Incluso Musk ha criticado la medida de su colega Trump. Según la NHTSA (Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras) entre el 20 % y el 25 % de las piezas de cada vehículo Tesla fabricado en Estados Unidos provienen de México. Mientras que un porcentaje no revelado se importa desde Canadá. Incluso el acero y el aluminio empleados en la industria están sujetos a los aranceles. Tesla tendrá que pagar, pero mucho menos que el resto dado que la inmensa mayoría de sus coches americanos se producen localmente. A pesar de esta circunstancia, los precios de las acciones no se han visto afectados.