BYD tiene claros planes de conquista mundial. El mayor fabricante de vehículos de China quiere y necesita expandir sus actividades para así alcanzar una órbita mayor y poder plantar cara a las principales marcas del sector. Su ritmo de trabajo es frenético. Nadie es capaz de diseñar, desarrollar y producir vehículos a más velocidad. Ese frenesí laboral no puede detenerse ante nada, ni siquiera ante las peticiones del Gobierno de China. BYD sigue adelante con su plan de levantar una fábrica de coches eléctricos en Turquía.
A principios de año, allá por el mes de febrero, BYD anunció que quería seguir creciendo en Europa y en otros mercados más allá de China. En una sola sesión los de Shenzhen anunciaron el lanzamiento de dos nuevas marcas, Denza y Fang Cheng Bao, que será rebautizada en su llegada a Europa. Junto a ellas, BYD detalló los planes para levantar una segunda fábrica capaz de suministrar vehículos a Europa y a la región EMEA. De esta forma los chinos pretenden evadirse de unos aranceles europeos y turcos que pueden minimizar las ganancias.
China teme una fuga de tecnología a países extranjeros
Hungría es la sede de BYD en Europa. Allí tienen no sólo su primera fábrica de baterías en Europa, también la primera planta de producción de vehículos. Ambas todavía en fase de construcción. Sin embargo, según los planes, BYD necesita más poder industrial en la región y Turquía, con su privilegiada posición entre Oriente y Occidente, se ha postulado como el lugar más indicado para la segunda de las fábricas en la región. Se espera que la planta esté operativa a finales del 2026 con una producción inicial de 150.000 unidades con la previsión de un mayor crecimiento en función de la demanda.
Sin embargo, el Gobierno chino lejos de apoyar la medida de expansión, ahora la critica. El ejecutivo presidido por Xi Jinping no quiere que les hagan lo mismo que ellos han estado haciendo durante más de una década. China obligó a los fabricantes extranjeros a asociarse con empresas locales para poder producir en el país, hecho que los chinos aprovecharon para conocer y aprender todos los secretos de empresas que les llevaban décadas de ventaja. Gracias a esa estrategia de espionaje, la industria automovilística china ha crecido tanto y tan deprisa. Hoy son ellos los que lideran la revolución eléctrica.
Obviamente, desde Pekín no quieren perder esa posición de privilegio y animan a los fabricantes a soportar un menor volumen de ganancias, a hacer frente a los aranceles impuestos desde el extranjero y a mantener la producción en China para que así sus secretos mejor guardados sigan siéndolo. A pesar de la advertencia, fuentes del Ministerio de Industria turco han asegurado a los medios que la inversión de BYD en el país se llevará a cabo sin problemas y según el acuerdo inicial. Cada vez son más las regiones que imponen sanciones a los vehículos eléctricos fabricados en China y cada vez son más las marcas que tratan de escapar a ellos externalizando la producción.