Que China avanza sin freno en Europa en cuanto a industria del automóvil se refiere, eso es algo más que notable desde hace meses y, aunque la reacción de Bruselas ha llegado en forma de nuevos aranceles a los coches eléctricos chinos, la realidad es que para algunos esta medida llega demasiado tarde.
Así lo refleja la Cámara de Comercio de la Unión Europea, que ha pedido al país asiático que cambie su postura comercial en nuestro continente. El organismo lo hace consciente de que un 62% del fabricantes de automoción europeos asegura estar en "problemas" por la dura competencia que llega desde China.
China tiene que 'frenar' un poco
De ahí que se haya pedido formalmente al Gobierno de Xi Jinping que ponga todo más fácil en cuanto a inversiones extranjeras en el país asiático, de forma que se pueda poner coto lo antes posible a la evidente guerra de precios que vive Europa, y que sufren especialmente los fabricantes locales.
Pero lo cierto es que China se lo está poniendo muy difícil a todo el mundo, pues Estados Unidos y Japón también han tenido que reaccionar ante el avance chino, que no para de quedarse con una mayor cuota de mercado de los distintos países extranjeros en los que vende sus vehículos.
Un problema, por tanto, a nivel global, dado el "ritmo vertiginoso" con el que ha crecido y sigue creciendo China, y en un punto en el que las empresas europeas también dudan de las reformas financieras prometidas en el país, y de si realmente les van a favorecer hasta el punto de que sea viable una inversión alta.
Tanto es así, que ya en 2023 las inversiones de los fabricantes la Unión Europea en China se redujeron en un 29%, ya que, como se reconoce, ahora "es mucho más difícil ganar dinero en el mercado chino".
El riesgo de inversión es ahora demasiado alto
Con un margen de beneficios reducido en más de dos tercios, prácticamente resulta más óptimo operar en otras regiones, pero a su vez hace imposible hacer frente a los fabricantes chinos en cualquier punto del planeta.
Recordemos que todo el asunto de los nuevos aranceles impuestos por Europa y Estados Unidos a los vehículos eléctricos chinos llegó como respuesta a la sospecha que había sobre un exceso de subvenciones por parte del Gobierno chino a los fabricantes de coches de su país.
Y a pesar de que China lo denunció ante la Organización Mundial del Comercio, el organismo internacional ha acabado confirmando que hay una clara falta de transparencia por parte de las autoridades chinas, lo que impide concretar hasta qué punto se incurrió en lo que algunos afirman que está siendo una "competencia desleal".