La empresa suiza Brusa Electronik está desarrollando la segunda generación de su sistema de recarga inalámbrica por inducción en la que, mediante un diseño modular, permitirá acceder a potencias de carga entre 3,7 y 11 kW. Este nuevo desarrollo reducirá el espacio necesario en el vehículo y el coste de la instalación y de los equipos, de forma que se podrá incluir de serie en el proceso de ensamblaje del vehículo.
Brusa y BMW han convertido en realidad este sistema de carga con su implementación, de serie, en la nueva generación del BMW 530 iPerformance, a la venta desde julio del año pasado. Rainer Kern, Director Ejecutivo de Brusa, asegura que para la empresa supone "una motivación especial ver su producto incluido en un vehículo real" y ha anunciado la expansión de la división dedicada al desarrollo de la tecnología inalámbrica, con nuevas inversiones en I+D y el crecimiento del equipo humano dedicado.
Brusa está desarrollando ya la segunda generación de este sistema de recarga. Su carácter modular, que está perfeccionando el fabricante suizo, permitirá a los conductores de un vehículo eléctrico cargar con potencias que irán desde los 3,7 kW hasta los 11 kW, con la misma placa base y una bobina adaptada.
La empresa denomina a esta nueva tecnología "Frame", debido al carácter integrado del diseño. Los componentes de seguridad y la electrónica de potencia se encuentran situados dentro de la plataforma de tierra, permitiendo que los componentes y los sistemas que permanecen en el vehículo se reduzcan, ahorrando espacio y coste.
Componentes fabricados por Brusa para los coches eléctricos. Foto BRUSA Elektronik AG.
En 2018, TÜV Rheinland certificó la primera generación de tecnología de carga inalámbrica de Brusa y BMW, que se ajusta a la norma de transferencia de energía inalámbrica IEC61980. Esta segunda generación, aun en desarrollo, no tiene todavía fecha de llegada al mercado.
La carga inalámbrica se está abriendo paso en el mercado de los vehículos eléctricos como una forma de estandarización de los protocolos y de los conectores, haciendo muy sencillo el proceso de recarga. Esta tecnología abre la puerta a la creación de una infraestructura de recarga segura, cómoda y prácticamente invisible. Además, el desarrollo de la tecnología abrirá la puerta, en un futuro, a la recarga dinámica, lo que posibilitaría establecer zonas de recarga en los carriles de las carreteras. De esta forma se podría reducir la capacidad de las baterías necesarias para los grandes desplazamientos, sobre todo en vehículos de gran tamaño dedicados al transporte de mercancías.
Uno de las empresas que más recursos está dedicando al desarrollo de esta tecnología es Qualcomm, que asegura que estará disponible, de serie, en la mayoría de los coches de producción que lleguen al mercado en los próximos años. Según los estudios de mercado, el volumen de negocio que generó en 2017 fue de 5,2 millones de dólares. Las previsiones indican un crecimiento de un 38,7% anual hasta 2025.