En lo que va de año CATL ha ampliado más su ventaja como primer productor de baterías para coches eléctricos del mundo. La hegemonía del fabricante chino ha alcanzado casi un 35% de cuota de mercado en el primer semestre del año. Un éxito basado en fuertes inversiones y una cada vez más extensa red de fabricación a nivel mundial. Europa es uno de sus mercados más importantes, y ante la perspectiva de que otros rivales se les adelanten, CATL está sopesando seriamente abrir una nueva fábrica de baterías en el viejo continente, que sería la tercera, pero hay dudas importantes al respecto.
Todo esto llega antes incluso de que Contemporary Amperex Technology Co. Ltd. Haya iniciado las obras de de construcción de su segunda fábrica en suelo europeo. La intención de la compañía es acercar sus productos a los clientes, a los fabricantes europeos. La planta de Hungría será un centro de relevancia internacional por modernidad y volumen de trabajo. Con un plazo de ejecución de 64 meses, los primeros cimientos ya están siendo instalados para que en 2027, cuando la fábrica esté totalmente operativa, sea capaz de producir 100 GWh de baterías al año.
La primera de las factorías en Europa se sitúa en Alemania, en la localidad de Erfurt, la cual hace poco que ha recibido el visto bueno de las autoridades para comenzar su etapa productiva. Nada de esto ha impendido que la cúpula directiva de CATL ya piense una tercera planta donde expandir aún más sus actividades. Obviamente los planes están en una fase tan incipiente que no se puede hablar de posibles localizaciones, de hecho, no se puede ni siquiera decir firmemente que se vaya a levantar, pues Europa tiene ante sí problemas energéticos serios.
Los chinos dudan mucho sobre la viabilidad del proyecto energético en Europa. El coste de la energía y de los carburantes, sobre todo el del gas, está disparado. Con esos precios de la energía es muy difícil encontrar la viabilidad económica para un proyecto que podría superar los muchos miles de millones de euros. Para que te hagas una idea, la planta de Hungría tiene un presupuesto de 7.300 millones de euros, coste que ha sido asumido parcialmente por algunos de sus socios comerciales, como es el caso de Mercedes-Benz.
Tal y como ha declarado Matthias Zentgraf, presidente de la compañía para Europa: "Estamos pensando en ello, pero actualmente no hay una decisión o actividad clara. No construiremos una tercera planta si no hay perspectivas de volumen. También nos afecta la escasez de gas natural, que es muy importante para el proceso de producción de células porque necesitamos mucha energía. Estamos trabajando intensamente en formas de sustitución, y ya tenemos una idea muy, muy prometedora, para reemplazar el gas por energías renovables".
Sin especificar nada más al respecto, el presidente para Europa deja muchos frentes abiertos y pocas certezas. Está claro que el seno directivo debe evaluar con mucho cuidado qué medidas tomar para esa tercera fábrica en Europa, aunque seguramente también busque negociar con las autoridades posibles subsidios y ventajas fiscales que hagan más atractiva la nueva aventura productiva. De cualquier forma el proceso será lento y de llegar finalmente a buen puerto no estaría disponible hasta finales de la década.
