Todos sabemos que a partir del año 2035 Europa prohibirá, salvo excepciones, la venta de coches de combustión. La frontera libre de emisiones está más cerca de lo que puede parecer y los fabricantes lo saben. Estamos ante un momento crucial para la industria del Viejo Continente. Las medidas adoptadas en el seno de la Unión Europea no han sentado bien ni a la industria ni a los conductores que se encuentran ante un mar de dudas a la hora de comprarse un coche. Las marcas tampoco saben cómo afrontar los próximos años ante la entrada en vigor de la norma Euro 7. Carlos Tavares, el CEO del Grupo Stellantis, se ha mostrado, una vez más, muy enfadado con los dirigentes europeos.
En un intento de minimizar el impacto de las medidas eléctricas, Europa aprobó a finales del año pasado la normativa referente a la Euro 7. Tras años de dudas y retrasos que obligaron a paralizar proyectos, finalmente el Parlamento Europeo ha dictaminado que, a partir del 2025, todos los coches nuevos vendidos en el Viejo Continente tendrán que cumplir un límite de emisiones muy estricto que sólo será posible lograr con un alto grado de electrificación. Eso quiere decir que, en un plazo de dos años, las marcas tendrán que ajustarse a los parámetros si no quieren verse penalizadas.
Si bien Tavares ha admitido que la norma Euro 7 tiene aspectos positivos, como la limitación de emisiones de neumáticos y frenos, en líneas generales considera que las reglamentaciones “no tienen sentido”, son “inútiles” y “contraproducentes”. Es cierto que esta no es la primera vez que el responsable de la marca francesa se muestra contrario a la Euro 7. Además de llegar con un margen de aplicación excesivamente estrecho, el foco de la crítica se centra en el desembolso que deberán realizar ahora los fabricantes para actualizar motores obsoletos, algo que, en su opinión, favorece a los fabricantes chinos.
Tampoco considera que la normativa Euro 7 suponga una clara mejoría para el medio ambiente. Aunque el límite de emisiones se reduce de forma significativa, el coste de aplicación neutralizará la evolución. "Los clientes tendrán que pagar más por sus coches adaptados. Si tenemos en cuenta el estado de la inflación de los mercados y el alto coste de muchos de los vehículos nuevos, es evidente que Europa no ha acertado con una medida que en teoría permite fijar plazos intermedios para la electrificación total del parque".
Bajo su batuta, Stellantis va a adelantarse a las políticas europeas. Su inversión se centrará en la movilidad eléctrica. Marcas como Alfa Romeo, DS o Lancia ya tienen fechas concretas para electrificarse al 100%. Los esfuerzos en acogerse a la Euro 7 serán limitados y en casos muy concretos. Tavares quiere centrarse directamente en el coche eléctrico desde los diferentes puntos de vista que le permiten las 14 marcas dentro del conglomerado francés. Entre sus filas encontramos modelos muy diferentes, desde un Maserati GranTurismo a un Citroën ë-C4.
El CEO de Stellantis no ha sido el único en posicionarse claramente contra las nuevas medidas europeas. Luca de Meo, el CEO del Renault, opina de forma muy similar. El máximo responsable de la marca francesa cree que la aplicación de la norma Euro 7 puede acarrear graves consecuencias para la industria en el Viejo Continente. El cierre de fábricas y la pérdida de competitividad frente a marcas asiáticas son sus mayores miedos. Recientemente, hemos podido ver dichas consecuencias en Ford. Los americanos van a despedir a más de 3.000 empleados en Europa.