El aumento de los aranceles para los coches eléctricos fabricados en China, que entrará en vigor el próximo 4 de julio, sigue generando reacciones y respuestas. Además de que los fabricantes chinos pidieran a su gobierno que elevara al 25% los aranceles sobre los coches de gasolina europeos, también se ha iniciado una investigación que afecta a otros sectores, como la importación de carne de cerdo española y brandy francés.
Tras este primer choque de trenes en el que solo ha habido reproches y gestos de poderío, la Cámara de Comercio de China ante la Unión Europea (CCCUE) puso las primeras bases del establecimiento de unas primeras negociaciones que aterrizasen la polémica y pusiesen un poco de cordura a un problema de máxima importancia.
Primeras reacciones ¿para meter miedo?
A principios de junio, la Comisión Europea anunció la aplicación de aranceles de hasta el 48% para algunas importaciones de vehículos eléctricos provenientes de China. Actualmente, las autoridades chinas solo han anunciado una investigación similar sobre la carne de cerdo importada de países comunitarios y han afirmado que defenderán a sus empresas si Europa mantiene su posición.
Pekín no ha implementado ninguna represalia directa en el sector automovilístico, aunque el arancel actual de importación de automóviles en China es del 15% y las marcas están considerando elevarlo al 25% para los vehículos de gasolina importados. Según el Instituto Económico Kiel, estas medidas podrían costarle a la industria hasta 4.000 millones de euros en intercambios comerciales. Por su parte, Estados Unidos aumentará sus aranceles del 25% al 100% a partir del 1 de julio.
Sentarse a negociar antes de que la cosa vaya a peor
China ha pedido a la Unión Europea que no aplique los aranceles sobre la importación de vehículos eléctricos fabricados en el país antes de su entrada en vigor el 4 de julio y ha anunciado conversaciones entre los bloques para reducir las tensiones comerciales. Según medios locales, el Gobierno de Xi Jinping ha solicitado repetidamente a Bruselas que cancele estos aranceles, expresando su disposición a negociar para evitar un nuevo conflicto comercial, similar al surgido con Estados Unidos durante el gobierno de Donald Trump.
En una llamada telefónica el pasado fin de semana entre el comisario de Comercio de la UE, Valdis Dombrovskis, y el ministro de Comercio de China, ambas partes acordaron mantener las puertas abiertas para la discusión. En la misma línea, el ministro de Economía de Alemania, Robert Habeck, enfatizó el sábado desde China que estos aranceles no deben ser vistos como una medida punitiva, argumentando que su objetivo es establecer criterios comunes para el acceso al mercado.
Maximilian Butek, director ejecutivo de la Cámara de Comercio de Alemania en China, comentó que "no existe la posibilidad de que los aranceles preliminares se supriman antes del 4 de julio a menos que China aborde todas las cuestiones denunciadas por los europeos". Este mensaje refuerza lo que la Comisión Europea señaló a principios de la semana pasada, pidiendo a Pekín que sea eficaz en abordar las subvenciones "perjudiciales".
