¿Qué hubiera pasado si la industria del automóvil hubiera preferido la electricidad a principios del siglo pasado, cuando era la tecnología dominante? A pesar de que la mayoría de los escasos vehículos que existían eran eléctricos, fueron finamente relegados a un segundo plano hasta su total desaparición. Si la historia fuese otra, y los coches eléctricos hubieran vencido en la pelea tecnológica de una industria incipiente, este coche de carreras de 1940, un Helvezzia Tipo-6, hubiera albergado bajo su capó un tren de tracción eléctrico como lo tiene el que ha creado Alexander Imnadze Baldini.
A principios del siglo XX, cuando la industria del automóvil estaba en un estado muy incipiente, los coches eléctricos no eran extraños en las calles de las ciudades. Más bien al contrario, sus ventas eran superiores a los de gasolina. Varios factores, entre los que se incluye el descubrimiento de grandes yacimientos de petróleo que garantizaban grandes reservas y la caída de su precio, decantaron la balanza del lado de los motores de combustión. A partir de ese momento comenzó una hegemonía que ha durado 100 años y que ahora, y esta vez parece que de verdad, se tambalea ante la acometida de la electrificación.
Pefil del Helvezzia Tipo-6 eléctrico inspirado en los monoplazas de la década de los cuarenta.
El diseñador Alexander Imnadze Baldini ha creado este concepto especial del Helvezzia Tipo-6 para hacer reflexionar a los aficionados al automóvil y también a los historiadores. Lo ha diseñado como un monoplaza de carreras con la forma de los bólidos de los años cuarenta, en el periodo de entreguerras. Una carrocería minimalista, fusiforme y muy aerodinámica añade algunos elementos imprescindibles para permitir su matriculación y que, quizás, pueda circular hoy en día. Luce una gran parrilla cromada en la parte delantera. Las ruedas son externas a la carrocería, con neumáticos muy delgados y de gran diámetro, y la de repuesto atada a un costado, tal como uno esperaría de un vehículo de esta época.
En el interior de su carrocería un solo asiento centrado en el que se ubica el conductor, inspirándose en los monoplazas de competición. Su visibilidad empieza donde acaba el inmenso capó delantero, suficiente para saber dónde está la próxima curva. Este maneja un volante de gran diámetro de tres radios que alberga tres esferas indicadoras y un conjunto de interruptores. Detrás de él se sitúan otros cinco indicadores más.
Frontal y zaga de Helvezzia Tipo-6 eléctrico.
El diseño está preparado para albergar, bajo sus formas, un sistema de propulsión eléctrico en el que los motores se sitúan en los ejes y la batería entre ambos, en el suelo, debajo del asiento del conductor. Su diseñador no ha revelado ningún detalle sobre las especificaciones de estos componentes, aunque después de presentarlo en sociedad es posible que finalmente pueda completar su desarrollo y lo veamos correr en algún circuito del mundo.
Este concept no es el único que intenta recrear con tecnologías de este siglo, antiguos modelos del siglo pasado. Es el caso del Morgan EV-3 que la compañía británica ha creado en versión eléctrica y con su clásica estética de tres ruedas. Lo mismo ocurre con el Microlino, el pequeño coche eléctrico de la empresa suiza Micro Moblity que hereda el diseño del BMW Isetta.
El conductor del Helvezzia Tipo-6 eléctrico se sitúa detrás de un volante de gran diámetro con tres indicadores insertados en el centro.
La inspiración clásica también es el plan de la empresa británica Lunaz que quiere recuperar los automóviles más lujosos del siglo pasado ofreciéndoles una segunda vida, gracias a un tren motriz eléctrico y a la incorporación de todas las comodidades y ayudas de la tecnología actual.