La carrera del coche eléctrico es una competición en la que todos estamos involucrados, tanto medios, como países y fabricantes. Es para 2040 cuando se postula que los coches térmicos deberán dejar de venderse por completo, quedando su aplicación limitada a algunos sectores en concreto, en pro de la popularización de los coches eléctricos, y llegar a esta meta es un objetivo palpable si en Europa aprendemos de China.
Así apuntarían los especialistas de Jato Dynamics, analistas del sector de la automoción y que cuyos estudios suelen pasar a menudo por nuestra portada. Ayer mismo pasaba por nuestra portada un titular directamente relacionado con los dos aspectos fundamentales a tratar hoy, ya que es un hecho entre los países europeos conforman el mercado en el que más rápido crece el mercado el coche eléctrico, y gracias a Jato pudimos ver en qué fabricantes recae esta responsabilidad y cómo se sitúan este año conforme a 2019 a las mismas alturas.
Y es que aunque la demanda de coches más limpios e inteligentes está aumentando a nivel mundial, es Europa la que mas rápido está experimentando este cambio, donde además los fabricantes están viéndose forzados gracias a empujones como el de Reino Unido y su posible prohibición de venta de coches térmicos para 2030.
El primer aspecto es la variedad de producto. Y no sólo la variedad, sino también el precio de adquisición, ya que las ventas no podrán crecer si los fabricantes no implantan en sus gamas coches eléctricos más asequibles. Aquí China sigue goza de una ventaja con respecto a Europa que a buen seguro se mantendrá durante un periodo considerable de tiempo, ya que en el mercado chino goza de una oferta de casi 160 coches eléctricos, mientras que en Europa tenemos que conformarnos con apenas 60 modelos a los que poder optar. Peor sería el caso de Estados Unidos, con sólo 17.
El segundo aspecto son las acciones de los mandatarios. Es cierto que en nuestro propio país ya gozamos de ayudas como el Plan Moves II, mediante la cual el Gobierno incentivan la compra de un coche eléctrico, pero estas ayudas se deberían ver complementadas con regulaciones en contra de coches con motor térmico.
No sólo se deberían aumentar las ventajas para los coches eléctricos en términos legislativos, sino también favoreciendo la instalación de puntos de recargas en todas las zonas posibles del Estado, uno de los obstáculos que más reticente hace al público a la hora de optar por un coche eléctrico. Este aspecto China vuelve a liderar con mano de hierro, ya que de los 862.118 puntos de recarga registrados a nivel global, más del 60% se corresponden al país asiático.
BMW i3 siendo cargado.
El tercer aspecto es el comportamiento del consumidor. Aunque estemos viendo como este aspecto avanza a pasos agigantados, todavía queda concienciar al grueso de la población, ya que ayer mismo publicábamos un artículo en el que se reflejada que aún 9,3 millones de británicos no estaba dispuesto a comprar un coche eléctrico como su próximo coche.
Y es que el comportamiento de los consumidores va a ser un aspecto importante de cara a que los fabricantes desarrollen productos que cumplan con las exigencias medio ambientales, pero también den la talla con los patrones que los clientes demanden. Aquí las diferencia de un cliente chino y uno europeo, según Jato Dynamics, son clave, ya que mientras el primero goza de un perfil más tecnológico y derivará su compra a un coche eléctrico por tener la última tecnología disponible en el sector, el segundo lo haría por neutralizar climáticamente su actividad a bordo de un coche.
Aunque este último aspecto es algo que será real siempre y cuando los fabricantes cumplan con su manera de proceder a la hora de fabricar elementos clave en un coche eléctrico, como las baterías. Sin ir más lejos, Thomas Ingenlath, CEO de Polestar, hacía un llamamiento al resto de fabricantes mediante un comunicado en el les pedía ser más transparentes en este sentido, ya que el mismo admitía que el coche eléctrico, aún siendo más favorable para el medio ambiente que el térmico, no era completamente limpio.
Por tanto, y en resumidas cuentas, todos hemos de poner esfuerzos para que el coche eléctrico acabe siendo una realidad como principal medio de transporte en Europa, ya que aunque crezcamos rápido, aún hay mucho camino que recorrer en un círculo en el que los medios hemos de concienciar al grueso de los compradores, que una vez tengan productos más asequibles y realmente limpios por parte de los fabricantes, corresponderían con su grano de arena comprando un coche eléctrico. Siempre y cuando la tercera parte del entresijo se lleve a cabo por parte de organismos estatales y autonómicos, favoreciendo la implantación de más puntos de recarga para así acabar con la llamada ansiedad de autonomía.