Un equipo de la Universidad de Boston y la Universidad de Berkeley en California, ha publicado un estudio en la revista Energy Policy sobre la demanda de electricidad que precisará la nueva industria automotriz en 2050. Según sus conclusiones, las tres revoluciones que se están iniciando en la actualidad, la electrificación, la conducción autónoma y el vehículo compartido, demandarán entre 570 y 1.140 TWh (teravatios hora) de energía, lo que supone entre un 13% y un 26% de la producción eléctrica mundial.
En este mismo estudio, los investigadores también deducen que este aumento en la demanda eléctrica podría corresponderse con una disminución en las emisiones de gases de efecto invernadero de hasta el 80%, dependiendo del ritmo de descarbonización del sector eléctrico.
El estudio está basado en un modelo matemático denominado 'Identidad Kaya', que se utiliza para describir la relación entre los factores que influyen en las tendencias relacionadas con la energía y las emisiones de dióxido de carbono que se emiten a la atmósfera. En el modelo se introdujeron, como base para el cálculo, los kilómetros recorridos por el inventario de vehículos en 2050 considerando los efectos de cada una de las tres revoluciones descritas.
Enfoque del estudio de investigación
Los investigadores concluyen que el gran crecimiento de la demanda de vehículos eléctricos y autónomos representará un importante y nuevo reto para el sector eléctrico que, sin embargo, no debería tener problemas para suministrar la electricidad demandada. La electrificación rápida y completa del transporte y una red eléctrica libre de carbono deberían seguir siendo la piedra angular de la política de descarbonización del transporte a corto plazo. En el largo plazo, los vehículos autónomos, eléctricos y compartidos deberían ser capaces de realizar un mayor número de kilómetros, permitiendo la expansión urbana y suburbana, aliviando la congestión del tráfico y proporcionando una mayor seguridad en las carreteras, reduciendo así los accidentes.
Para Peter Fox-Penner, director del proyecto, "los posibles futuros del transporte siguen siendo muy inciertos, pero los investigadores están empezando a estimar los verdaderos impactos en la demanda de energía de la automatización del transporte. La importante implicación que tienen los vehículos eléctricos y automatizados en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y su desarrollo en las infraestructuras de las ciudades y la sociedad, exigen una necesidad obvia de seguir trabajando", añadió.