Muchos dudaban acerca de la posibilidad de que los coches eléctricos chinos consiguieran colarse en el resto de mercados del mundo, sobre todo en Europa y Estados Unidos.
Y no hace tanto tiempo de eso, pues en 2020 todavía se ponía en tela de juicio que fueran capaces de convencer a unos conductores exigentes en cuanto a calidad, especialmente cuando se trata de un producto como el automóvil.
Pero 2023 ha dejado claro que la autonomía, el precio y la calidad son más que suficientes para que los europeos, los norteamericanos y los conductores de otros tantos lugares del planeta los estén comprando.
Vaya por delante que ahora mismo el precio medio por adquirir un coche eléctrico en China está algo más de un 50% por debajo de lo que se paga en Europa por un automóvil de similares características.
También lo son estos vehículos procedentes del país asiático, incluso después de incluir las tasas por comercializarse fuera de su mercado de origen.
Lo reconocían en Volkswagen hace unos meses, cuando su consejero delegado Thomas Schäfer aseguró que estábamos en un momento en el que es más caro producir un coche en territorio europeo que traerlo desde China.
No le faltaba razón, pues actualmente el precio medio de un coche eléctrico procedente de ese punto de Asia está en torno a los 31.000 euros, cuando la media de Europa sube hasta rozar los 67.000 euros.
Y como la autonomía y la calidad no están siendo un problema, el éxito está siendo tal que China ya puede presumir de haberle robado el liderazgo a Japón como exportador internacional de vehículos, un hito si tenemos en cuenta que a los nipones había sido imbatibles en los últimos años.
Tampoco hay que olvidar que el Gobierno chino ha regado la industria con alrededor de 57.000 millones de euros desde 2016, además de incentivar la compra de sus coches cero emisiones con exenciones fiscales y ayudas que facilitan su adquisición.
Si en 2015, hacerse con un vehículo eléctrico allí era un 37% más costoso que en Europa, ahora las tornas han cambiado. Tanto es así, que en China ya cuenta con un catálogo de coches cero emisiones asequibles, que cuestan entre un 8% y un 10% menos que los automóviles de acceso con motor de combustión. Choca esto con nuestro continente, donde la diferencia de precio es de más de un 90%.
No es extraño, por tanto, que los coches chinos representen el 91% del mercado ruso y que en otros países como Tailandia, Indonesia, Israel, India o Vietnam se estén llevando una cuota amplia en cuanto a ventas.
Los fabricantes del resto del mundo no están contentos, especialmente los de Europa y Estados Unidos. De hecho, han convencido incluso a la Unión Europea para que lleve a cabo una investigación, que se puso en marcha en septiembre, por un posible caso de competencia desleal.
Se cree que las ayudas del Gobierno podrían estar detrás de lo que consideran unos precios por debajo de mercado. De ahí que se mire con recelo a marcas como BYD o MG, esta última, incluso, copando el ranking de ventas de los últimos meses en España con un coche con motor de gasolina, que no eléctrico.
Ayuda que el precio de su MG ZS de acceso sea el mismo que el que tenían modelos similares en nuestro país hace siete años, mientras que ahora han engordado su coste en cerca de 7.000 euros o más.
También hay que tener en cuenta que las condiciones de trabajo en China son bien distintas que en otros países occidentales. Los sueldos son ocho veces más bajos que en Europa y eso repercute también en el coste para el fabricante y, a su vez, en el precio que tiene que pagar el cliente final.
Dicho esto, que sólo el 23% de los coches eléctricos chinos supere un coste de 40.000 euros, frente al 77% de Europa, o que en China tengan un catálogo amplio que satisface todo tipo de gustos y segmentos, también son aspectos a tener en cuenta.