Las autopistas alemanas (autobahn) son famosas porque cuentan con algunos tramos que no tienen límite de velocidad. Un lugar privilegiado para poner a prueba la velocidad máxima de los automóviles. Esta norma se aplica a algunas clases de vehículos, incluidos los turismos, y solo en algunos tramos. Las zonas urbanizadas, con riesgo de accidentes o con malas condiciones tienen un límite que normalmente se establece en 130 km/h. En realidad, está permitido rebasarlo, pero si se tiene un accidente circulando por encima, la responsabilidad recaería sobre el conductor.
En los últimos años, el incremento de la siniestrabilidad en las carreteras se ha unido a la percepción de que las velocidades máximas de los vehículos se estaban elevando a niveles desorbitados. Algunos informes sugerían que el apoyo público a establecer límites a todos los tramos estaba en su punto álgido. Incluso el ex piloto de Fórmula 1 Sebastian Vettel se mostraba a favor. La situación llevó al nuevo Gobierno a plantearse establecer límites de velocidad formales.
Volker Wissing, ministro de Transportes alemán, forma parte del Ejecutivo que fue elegido en octubre de 2021. Uno de los partidos de la coalición que lo integran manifestó que estaba a favor de establecer límites de velocidad en las autobahn, lo que generó ciertas dudas sobre si esta intención se convertiría en una prioridad política.
El ministro suaviza la postura del gobierno
Los altos precios de la energía causados por la invasión rusa de Ucrania reavivaron la polémica. Pero Wissing ha tratado de acallar cualquier sugerencia de que pronto se podrían introducir estos límites. Habló incluso de construir más carreteras para ayudar a minimizar la congestión, a pesar de las objeciones de otros miembros del gobierno: “en Alemania, no solo ha aumentado la cantidad de automóviles, también lo ha hecho el tráfico de mercancías”, explica Wissing.
“En 2023, habrá 50 millones de toneladas más para transportar, habrá más tráfico en las carreteras alemanas y tenemos que lidiar con eso. De lo contrario, la economía pronto se paralizará y perderemos puestos de trabajo”, añadió. El crecimiento de la red de carreteras va en contra de los objetivos ambientales de los otros partidos de la coalición, lo que genera fricciones en el gobierno. Sin embargo, Wissing ha encontrado un argumento más para apoyar su postura: los coches eléctricos.
Una buena noticia para aquellos a quienes les gusta la velocidad, pero también les gusta cumplir con las normas. “El ritmo es responsabilidad personal de los ciudadanos, siempre que no se ponga en peligro a los demás. El estado debería contenerse aquí”, dijo Wissing a los medios alemanes. “Los altos precios de la energía ya están provocando que muchas personas conduzcan más despacio. Y con los coches eléctricos, la gente no conducirá tan rápido porque quiere ahorrar energía”.
La explicación técnica al argumento de Wissing está en que el comportamiento del consumo de los coches eléctricos es inverso a los de combustión. Mientras que en los primeros es mínimo cuando se circula a 50 km/h o menos y se eleva de manera sensible cuando se circula a altas velocidades, en los de combustión pasa lo contrario. Estos consumen menos cuando el ritmo se mantiene alto (es óptimo los 90 y los 110 km/h), aunque también crece mucho por encima de estas cifras.