El progreso de los vehículos eléctricos en los últimos tres años ha sido realmente impresionante: mientras que en 2015 teníamos un millón de coches eléctricos en las carreteras de todo el mundo, la cifra ascendió a 2 millones para 2017 y superó el tercer millón en 2018. El ritmo de crecimiento es imparable, tanto que se estima que para 2030 el parque motor mundial contará con 228 millones de coches eléctricos y un 30% de cuota de mercado. Aún así, lamentablemente este gran esfuerzo podría no ser suficiente.
Megan O'Sullivan, profesora de relaciones internacionales en Harvard y columnista en Bloomberg, explica que existe un fenómeno psicológico en la especie humana que provoca que únicamente centremos nuestros esfuerzos en una o dos soluciones cuando se trata de problemas complejos. Según un estudio realizado por el profesor de ciencias políticas Robert Jervis, de la Universidad de Columbia, el cerebro humano solamente puede contemplar un limitado número de variables cuando se enfrenta a un fenómeno particular, lo que conlleva a que demos prioridad a aquellas soluciones que comprendemos con mayor facilidad y que no prestemos tanta atención al resto.
Lo que O'Sullivan nos quiere explicar con esto es que, paralelamente a la innegable necesidad de electrificar el transporte, existen numerosos focos generadores de emisiones que deberían recibir más atención por nuestra parte. La profesora hace especial hincapié en la necesidad de descarbonizar la red eléctrica, abandonando el consumo de carbón y petróleo para producir energía eléctrica a través de las renovables. El último informe de la Agencia Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en inglés) estima que si la adopción del coche eléctrico como medio de transporte va acompañada de una correcta descarbonización de la producción de electricidad, los beneficios en la reducción de las emisiones tendrán un efecto multiplicador de más del doble.
¿Sería suficiente con que todos los coches sean eléctricos alimentados por renovables?
Imaginemos por un momento que todos los coches y camiones que se vendan en las próximas décadas son eléctricos, y que la generación de electricidad pasa a ser completamente libre de emisiones. ¿Habremos acabado entonces con el problema del cambio climático? Llegados a este escenario, O'Sullivan nos recuerda que solamente terminaríamos con la mitad del problema, pues la otra mitad del consumo de petróleo quedaría intacta. Una gran parte corresponde al transporte marítimo y la aviación, ambos también en vías de electrificación, pero aún así un tercio del consumo de hidrocarburos sigue correspondiendo a la industria petroquímica.
La IEA publicó un informe el pasado otoño en el que reconoce que en 2050 los plásticos serán los mayores responsables del aumento en la demanda de petróleo, por delante del transporte por carretera. Fatih Birol, director ejecutivo de la agencia, asegura que "en los próximos años el sector petroquímico será el principal motivador de la extracción de petróleo de largo, por delante de los camiones, los aviones y los barcos". Como consecuencia, las previsiones apuntan a que las emisiones de carbono relacionadas con la industria petroquímica crecerán en un 20% para 2030 y en un 30% para 2050.