Las etiquetas CERO y ECO de la Dirección General de Tráfico son los distintivos que se otorgan a aquellos coches que menos emisiones derivan a la atmósfera cuando se conducen. La primera se encarga de identificar a coches que son capaces de circular sin emitir ningún tipo de gases de escape durante un mínimo de distancia, lo que incluye eléctricos, híbridos enchufables y coches eléctricos por hidrógeno, mientras que la segunda identifica a coches de carácter ecológico.
Es precisamente esta última, la ECO, la que mayor polémica causó cuando se implementó, pues además de coches muy comunes como los híbridos, también se incluyen otros como híbridos convencionales, coches de GNC o GLP, en incluso híbridos ligeros.
Lo más habitual en un híbrido ligero es encontrar un sistema eléctrico con una tensión nominal de 48 V que brinda una ligerísima ayuda al motor térmico. En coches de baja potencia y concepción económica goza de mucho sentido, pues toma un papel más relevante en toda la cadena cinemática.
Sin embargo hay fabricantes que han aprovechado esta tesitura para implantar un sistema eléctrico de estas características en coches que poco tienen que ver con la idea de esta etiqueta, burlando a la normativa de manera "legal" y poniendo en el mercado coches que se benefician de las ventajas de circulación, exención de ciertos impuestos y descuentos en zonas de aparcamiento regulado de las que se disfruta en distintos puntos de España, entre otras cosas.
La intención de esta etiqueta, pues, parece clara, pero la ambigüedad con la que la DGT ha delimitado a los vehículos que pueden beneficiarse de esta etiqueta ha hecho que veamos circular por nuestras calles coches con sistemas de hibridación ligera que pueden ser muchas cosas, pero ecológicos desde luego no.
El ejemplo más descarado de todos, tal vez, es el del coche que toma protagonismo en la foto que ilustra la entrada de este artículo, el Audi RS6, y es que Audi, al homologar a su más famoso Avant en España, consiguió gozar de la etiqueta ECO gracias al minúsculo motor eléctrico de 12 kW y a pesar de que bajo su capó exista un V8 turboalimentado de 4 litros de cilindrada y 600 CV. Su media de emisiones homologadas, sin embargo, le delatan, pues los 283 gramos por kilómetro recorrido no se antojan precisamente ecológicos.
Mercedes-AMG GT 53.
Otro Audi que ha conseguido camuflarse con otros coches de corte ECO sin serlo precisamente es el Audi S4 Avant TDI, pues porta bajo su capó un motor diésel de 3 litros de cilindrada y 341 CV, que es apoyado por un pequeño propulsor eléctrico de 8 kW.
Un modelo más que vale para ejemplificar la laguna que se ha dejado por cubrir la DGT es, sin duda, el Mercedes-AMG GT 53, aunque esto es extensible a otros modelos de la gama 53 de AMG. Atendiendo al AMG GT en concreto, la berlina deportiva hace uso de un motor turboalimentado de seis cilindros en línea que rinde por su propia 435 CV, lo que hace que los 16 kW del propulsor eléctrico sean casi ridículos.
Los nombrados son los modelos más descarados, pero podríamos elaborar una casi interminable lista sobre coches que gozan de la etiqueta ECO con sus respectivas ventajas, pero que no hacen justicia a tal distintivo, con presencia especialmente destacada de firmas premium.
No es extensible esta lista, sin embargo y a nuestros ojos, a coches híbridos enchufables (aunque sean mucho más radicales como el Ferrari 296 GTB o el McLaren Artura, por ejemplo), pues éstos sí se antojan algo más sinceros, ya que sus baterías algo mayores les permiten recorrer cierta cantidad de kilómetros en modo cien por cien eléctrico sin perturbar su alrededor.