Una nueva encuesta sobre la actitud de los consumidores ante la compra de un vehículo eléctrico, concluye que las principales razones para no decidirse por la ellos siguen basándose en los mitos de siempre: la autonomía, el precio y la red y la infraestructura y el tiempo de recarga. Cuatro razones que llevan asentadas esgrimiéndose desde hace muchos años y que, en muchos de los casos, están resueltas o lo estarán en poco tiempo.
La empresa de compra venta de automóviles Autolist ha publicado una encuesta realizada sobre 1.567 compradores sobre su actitud ante la compra de un vehículo eléctrico. En sus respuestas se repiten las mismas razones para rechazar su compra que se esgrimen desde hace años. Las cuatro respuestas más habituales siguen siendo la autonomía, el precio de venta, la escasa infraestructura de recarga en el área en el que se mueven y el tiempo de espera para la recarga.
A más del 40% de los encuestados les preocupa la escasa autonomía y el precio. Quien conduce habitualmente un coche eléctrico y se ha acostumbrado a él, sabe que la ansiedad de autonomía es un problema que solo afecta a quien no los conduce de forma frecuente. En la mayoría de los casos está, por encima de esta ansiedad, la ventaja que supone poder recargar el coche en casa sin tener que desplazarse hasta una gasolinera.
Resultado de la encuesta de Autolist sobre la percepción de compra de un vehículo eléctrico.
Además, el mercado actual ofrece modelos con 400 kilómetros de autonomía a los que se puede acceder por aproximadamente 35.000 euros después de aplicar los incentivos estatales. Entre ellos, en el segmento C, encontramos el Nissan Leaf E-Plus, el Hyundai Kona EV, el Kia e-Niro, el Tesla Model 3 estándar (en Estados unidos) o el próximo Volkswagen ID.3. De menor tamaño, en el segmento B, tenemos el Renault Zoe, el Opel Corsa-e o el Peugeot e-208.
Si se tiene en cuenta únicamente el precio de compra estos, son, evidentemente, más caros que un vehículo de combustión de las mismas características. Sin embargo, y en función de los kilómetros que se realicen con ellos cada año, el coste del "combustible", el escaso o casi nulo mantenimiento y otras ventajas como la gratuidad de aparcamientos o peajes, pueden llegar a igualar los precios. Si bien es cierto que es necesario poder asumir el precio inicial para hacerse con uno, en los próximos meses llegarán al mercado vehículos más económicos y se espera que la economía de escala y la bajada de los precios de las baterías logren reducir todavía más el precio final.
Muchos consumidores consideran que necesitan un punto de recarga cerca de su vivienda para poder usar un coche eléctrico. Hoy en día es necesario un punto de recarga vinculado, lo que excluye a aquellos compradores que no dispongan de la posibilidad de instalarlo. El aumento de la capacidad de las baterías podría ser una solución ellos, ya que permitirá utilizar los cargadores rápidos, capaces de ofrecer potencias de recarga entre 50 y 250 kW, como se utilizan hoy en día las gasolineras. Estos cargadores ultrarrápidos reducirán los tiempos de carga a menos de 10 minutos, igualándose cada vez más con los tiempos de repostaje convencionales a los que estamos acostumbrados hoy en día.
La encuesta también ha preguntado por el uso que le darían a un coche eléctrico estos compradores. En el 55% de los casos sería el vehículo principal del hogar. Curiosamente, en este aspecto ha cambiado la percepción de muchos consumidores que anteriormente entendían el vehículo eléctrico como un coche secundario, solamente útil para los desplazamientos más cortos y previsibles. Tras la compra, la mayoría de los usuarios que pensaban esto, comprueban que el coche eléctrico se convierte en el vehículo principal, por la experiencia de conducción que ofrece, por la comodidad y por el reducido coste de la recarga y el mantenimiento.
En relación con las ayudas gubernamentales (en EE.UU) una gran mayoría, el 69%, las apoya, mientras que tan solo un 16% está en contra de ellas.
El verdadero resultado de la encuesta
La respuesta que han dado más del 25% de los encuestados, "no sé lo suficiente sobre ellos para sentirme cómodo con su compra" es, probablemente, la más precisa de todas y la que demuestra que la información no está llegando bien a los consumidores.
Si la encuesta se realizase a propietarios de coches eléctricos, la mayoría respondería que los problemas que encontraban antes de comprarlo resultaron no serlo una vez adquirido. Los problemas que se mencionan en la encuesta o están resueltos o lo estarán en poco tiempo.
400 kilómetros de autonomía es más que suficiente para cubrir cualquier tipo de desplazamiento. Para el día a día y la corta distancia, el punto de recarga vinculado será más que suficiente. Ir más lejos será posible cuando se extienda una red de recarga rápida en carretera real y efectiva, algo que, por ejemplo, ya está solucionado para los propietarios de un Tesla y que no tardará mucho en estarlo para el resto. Y el precio de adquisición empezará a verse como un problema menor cuando se reduzca a la mínima expresión el coste del uso del vehículo.
Estación de recarga de Ionity en Francia.
Aunque no queda reflejada en las respuestas, muchos de los encuestados creen que necesitan autonomías de más de 600 kilómetros, como las que ofrecen muchos de los coches de combustión actuales. El hábito ha hecho considerar estas cifras como las necesarias, pero, sin embargo, no es lógico transportar esa cantidad de combustible, porque siempre será necesario detenerse antes de recorrerlos.
Cuando un fabricante anuncia para un modelo eléctrico una autonomía de 600 o 700 kilómetros, está diciendo que la batería que incorporará tendrá una gran capacidad y, por lo tanto, será muy costosa, cuando en realidad al usuario no le va hacer falta. En realidad le está ahuyentando de la compra al elevar sin necesidad el precio. Además, el peso adicional hace al vehículo menos eficiente, habrá contaminado más durante su fabricación, y traslada unas baterías que nunca usará en su totalidad que podrían haber servido para fabricar otro vehículo eléctrico, eliminando uno de combustión más de las carreteras.
La encuesta refleja una realidad que no es que los hándicaps son la autonomía, el precio o la infraestructura de recarga. La realidad es la falta de información y la educación del consumidor: no saben lo que hay realmente disponible a la hora de realizar su compra.