La industria del automóvil está acostumbrada a un ritmo lento y pausado. Con más de cien años de historia, las evoluciones se han producido poco a poco hasta la llegada de la movilidad eléctrica. La popularidad de Tesla ha marcado un punto de inflexión a escala global. No sólo en cuanto a ventas, también en cuanto a normativas y estrategias empresariales. Todo el mundo quiere subirse al carro del coche eléctrico, pero puede que los planes de las compañías vayan mucho más deprisa de lo que el mercado demanda. Los concesionarios de Ford avisan de un posible problema entre manos.
La compañía de Michigan es una de las más comprometidas con el cambio de tendencia. La marca número uno de Estados Unidos durante décadas ha invertido miles de millones de euros en una estrategia de electrificación que no parece estar dando sus frutos. Obviamente, las marcas saben que sus agendas no serán rentables durante un tiempo. El coste de producción es alto y las ventas todavía no son lo suficientemente elevadas como para hablar de beneficios. Sólo Tesla se encuentra en esa posición. También los chinos, a los que Ford les ha reconocido que están a un nivel superior.
Actualmente, Ford presenta tres modelos en su catálogo eléctrico. El Mustang Mach-E es el más longevo y el más comercial, aunque desde la llegada de la Ford F-150 Lightning la brecha se ha recortado. La tercera unidad comercial es la furgoneta E-Transit. Pronto se sumarán más modelos, incluyendo el nuevo Ford Explorer europeo, un D-SUV fabricado en estrecha colaboración con el Grupo Volkswagen. Las ventas han crecido un 12% en lo que llevamos de año, pero la demanda sigue siendo baja, tal y como alertan los puntos de venta.
En una entrevista a Business Insider, uno de los distribuidores pone en tela de juicio la estrategia de Ford con respecto al coche eléctrico: “tiene un problema real en sus manos basado en las apuestas que han hecho. Tengo Lightnings y Mach-Es en stock. Nunca nos ha ocurrido eso antes”. Eso quiere decir que Ford produce mucho más de lo que vende y que las unidades se agolpan en los concesionarios a la espera de clientes. Este problema no sólo lo está teniendo Ford, también es un mal intrínseco en otras marcas. Tesla también ha sufrido los problemas de una producción excesiva, aunque ha reconducido la situación bajando los precios a límites insospechados.
Los de Michigan no pueden seguir ese ritmo de ofertas, pues la división de vehículos eléctricos pierde dinero rápidamente. En el primer trimestre del año han anunciado mermas por valor de 700 millones de dólares, lo que supone casi 60.000 dólares por unidad vendida. Es mucho dinero, aunque Ford no se muestra especialmente asustada. Su estrategia es a largo plazo. La gama de modelos eléctricos crecerá pronto con nuevas unidades, si bien eso también supondrá decir adiós a otras cuantas a lo largo de este año. El objetivo es fabricar 600.000 coches eléctricos este año, aunque por el camino se esperan pérdidas cercanas a los 3.000 millones de dólares.