El próximo escalón en la normativa anticontaminación europea será la llamada Euro 7. Esta nueva legislación traerá consigo un endurecimiento en los márgenes de los actuales niveles de emisiones para coches térmicos. Esto supondrá para muchos fabricantes la obligación de invertir más intensamente en esta tecnología con la que poder seguir vendiendo coches equipados con motores de combustión (incluidos híbridos o híbridos enchufables) hasta la llegada de la electrificación plena.
Han sido muchos los que se han posicionado en contra de esta, entre ellos el CEO de BMW, Oliver Zipse; el CEO de Stellantis, Carlos Tavares, y ahora también el ministro francés de Finanzas, Bruno Le Maire. El ejecutivo galo, durante la inauguración de la fábrica de baterías de Automotive Cells Company, al norte de Francia, ha hecho algunas declaraciones al respecto.
Le Maire se ha unido a las voces de dirigentes de varias compañías europeas que claman contra la nueva norma. En su opinión, la legislación Euro 7 supondrá un gasto en inversión significativo para las empresas en una tecnología “del pasado”. Según el ministro, esto pesará fuertemente sobre las marcas que ya de por sí están luchando duramente por hacer el cambio hacia vehículos 100% eléctricos y cumplir con otras legislaciones que llegarán más adelante.
Por ello, Le Maire apunta a que deberían dejar a los fabricantes actuar según sus propios intereses para trabajar en alcanzar el estándar cero emisiones y no en rebajar las emisiones de un sistema de combustión que, según se estima, debería desaparecer del mercado en los próximos 12 años.
“Quizás haríamos mejor en olvidar este estándar Euro 7, que costará a nuestros fabricantes de automóviles una inversión inútil. Necesitamos invertir en las tecnologías del mañana, no en las de ayer”, aseguró el ministro en su intervención, donde también puntualizó que otras regiones del planeta, como China o Estados Unidos, no se les ocurriría legislar de esta manera debido a que ocasionaría un importante daño a las industrias propias.
A día de hoy, ya son ocho los países europeos que se posicionan en contra de la entrada en vigor de la Euro 7: Italia, Francia, Bulgaria, Hungría, Polonia, República Checa, Rumanía y Eslovaquia. Si bien el ministro galo aboga por una disminución de las emisiones, pero no lo hace en pro del CO2, sino de otros elementos como el monóxido de carbono, los óxidos de nitrógeno y las partículas emitidas por los frenos y los neumáticos.
En términos generales, la normativa anticontaminación que entrará en vigor en 2025, supondrá un gasto de dinero para los fabricantes y una distracción en su objetivo principal: alcanzar la electrificación plena. El propio Ola Kallenius, CEO de Mercedes-Benz, también se posicionó sobre esta cuestión: “No asignemos el escaso capital que tenemos a cosas que no darán un resultado significativo, y aquí estoy hablando del resultado ecológico”.
Los mencionados responsables también apuntan a la necesidad de que los gobiernos inviertan en una mayor red de infraestructura de carga para los coches eléctricos, de cara a que estos supongan un atractivo para los clientes potenciales. Al mismo tiempo, también piden incentivos y ayudas para su adquisición.