La noche es mucho más oscura justo antes del amanecer. Antes de mejorar una situación esta debe torcerse todavía un poco más. Está claro que la industria del automóvil lleva dos años sufriendo duros varapalos. Primero la crisis por la pandemia de la COVID-19, que tuvo las fábricas cerradas varios meses, y acto seguido fue la falta de suministros la que ha lastrado significativamente las ventas y la producción. Sin embargo, es posible que pronto empecemos a ver la luz al final del túnel.
El pasado mes de septiembre fue Elon Musk uno de los primeros en pronosticar el fin de la crisis. El magnate americano propietario de Tesla predijo que a finales de 2022 dejaríamos atrás la crisis. Algo extraño en él, resultó cauto en sus comentarios: "Creo que tendremos una buena capacidad para suministrar chips el próximo año". No especificó mucho más allá, pero lo que sí queda claro es que por entonces ya empezaron a asomarse los primeros brotes verdes en esta gran crisis de suministros.
La mayoría de fabricantes han tenido que hacer recortes de producción en 2021 por falta de suministros.
En la actualidad las marcas se están viendo muy comprometidas por la falta de elementos. Los chips son indispensables en la fabricación de un coche moderno, y casi cada día se anuncian paros en la producción. El Grupo Volkswagen anunció recientemente la parada intermitente de la planta de Zwickau, uno de los puntos neurálgicos en la fabricación de vehículos eléctricos del conglomerado alemán. Hasta entonces ya se habían producido parones en otras plantas, pero no antes en una de vehículos eléctricos.
A escasas semanas de cerrar el año, el 2022 se presenta como un año de esperanza y renacimiento, aunque todavía no se ha tocado fondo. El año que viene la industria espera iniciar una etapa de rebote. Un punto de inflexión que permitirá poco a poco recuperar los ritmos productivos habituales, aunque para llegar a ese punto todavía estamos lejos, ni siquiera en el 2022 llegará ese momento, pero se iniciará la recuperación, y eso ya es importante. Hasta entonces se calcula que casi ocho millones de coches han dejado de ser producidos en todo el mundo.
Ayer llegaban buenas noticias desde el lejano Japón. Por primera vez en cuatro meses la producción ha aumentado. Un 15% de recuperación con respecto al mes anterior. El mercado está empezando a regularse de forma autónoma, adaptándose a los problemas de suministros. A pesar de las buenas noticias, el dato sigue siendo menor a lo esperado, lo que sigue subrayando el fuerte impacto de la situación. Mientras que la industria japonesa se recuperó de media un 1,1%, el sector de la automoción lo ha hecho un 15% con respecto al mes anterior.
Pero no hay que irse hasta el lejano oriente para encontrar los primeros datos positivos. La falta de previsión y de autosuficiencia ha hecho que Europa sea uno de los territorios que más ha sufrido las consecuencias. Renault reconoce que no espera dejar atrás la crisis hasta al menos mediados del año que viene. Mientras tanto está reorganizando su infraestructura y su producción, priorizando aquellos modelos que dejan un mayor margen de ganancias dentro de la casa. Tal es la situación que han llegado a enviar emisarios a China para traerse los preciados chips. Situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas.
La escasez de semiconductores ha golpeado duramente a la industria automovilística.
El Grupo Renault no ha sido el único en pronunciarse ante la esperada recuperación. Volvo también prevé una mejora en la situación, aunque en ese caso adelanta a la primavera el inicio de la recuperación. Los suecos saben que lo peor todavía no ha llegado, pues consideran que las peores cifras de producción se alcanzarán justo a final de año. El balance del último trimestre va a ser malo para todas las empresas. Con muchas plantas produciendo de forma muy limitada, las ventas caerán a mínimos casi históricos.
Sin embargo, todos apuntan a que será entonces cuando se inicie la reconquista del mercado. Las fábricas de chips y semiconductores poco a poco irán satisfaciendo las necesidades del mercado, las líneas de montaje recuperarán su ritmo habitual y los concesionarios empezarán a disponer de coches. Para primavera se verán los primeros brotes verdes, durante el verano crecerán, y será a finales de año cuando los datos arrojen cifras esperanzadoras de haber dejado atrás tan fatídica situación. Todo ello contando con que la pandemia de COVID-19 se mantenga controlada y no obligue a los gobiernos a tomar medidas drásticas de control.