Habiendo sido de los primeros fabricantes que se atrevió a implantar un sistema híbrido en coches de carrocerías convencionales, a día de hoy es fácil dar con coches híbridos de Toyota que suponen muy buenas oportunidades en el mercado de segunda mano. Analizando las opciones disponibles por no mucho más de 10.000 euros, existe un modelo que cuesta lo que un Dacia Sandero a estrenar, pero que trae consigo un reputado y fiable sistema híbrido.
Se trata del Toyota Yaris, un modelo cuyas primeras versiones híbridas se conviertieron en las pioneras de su segmento en el apartado de la electrificación. Si se consulta en cualquier concesión de la marca, será difícil que se nos presupueste un precio inferior a los 23.000 euros por un Yaris híbrido de nueva factura. En cambio, siempre y cuando el hecho de estrenar un coche no esté entre nuestras prioridades, así como tampoco disponer de una tecnología de abordo de última hornada, por lo que cuesta un Dacia Sandero nuevo a día de hoy es posible acceder a una unidad usada de un Yaris de las generaciones presentadas entre 2014 y 2017 con una mecánica híbrida.
Consultando en los principales portales de productos usados y páginas especializadas en coches de segunda mano, es fácil dar con unidades con un uso muy inferior a los 100.000 kilómetros en un buen estado de conservación por un precio que rondará entre los 11.000 y 13.000 euros.
A cambio de este desembolso, es posible obtener un turismo de corte urbano que disfrutará de las ventajas de la etiqueta ECO de la DGT, así como de un consumo que, en circunstancias reales, rondará los 5 litros de media.
Además, como es marca de la casa en Toyota, su mecánica híbrida está entre las más fiables del mercado. Se trata de un conjunto cuya tecnología se basa en la que por entonces usaba el ya veterano Prius, pero que para la ocasión tomaba un bloque de gasolina de 1,5 litros de cilindrada como corazón de la cadena cinemática.
En total, la potencia que lograba el conjunto se cifraba en 101 CV y se alimentarían, por un lado, del motor de gasolina que por su cuenta aportaba 75 CV, así como por el propulsor eléctrico, que aportaba 61 CV y que se surtía de energía de una batería de 0,97 kWh de capacidad.
Por lo demás, se trata de un vehículo que disfrutará de todas las ventajas de un urbano del segmento B, aunque también sufrirá las consecuencias propias de su enfoque. Y es que, si bien para la ciudad sus 3,95 metros de longitud se convierten en un aliado, por tamaño y potencia no es un coche idóneo para afrontar viajes largos. A esto se ha de sumar, tal y como hemos podido comprobar nosotros mismos tras convivir con una de estas unidades, que sus 36 litros de depósito no ofrecen una autonomía excelsa para viajes (será difícil llegar a los 400 kilómetros en uso promedio).