En los últimos años, los SUV se han convertido en una tendencia imparable en el mercado automovilístico. Su estética y la sensación de seguridad que transmiten han hecho que los formatos tradicionales que elegían las familias, como las berlinas, los coches familiares o los monovolúmenes, hayan cedido buena parte de su mercado a esta tipología de vehículos.
Pero no solo los eligen las familias. Muchas empresas, que ofrecen a sus empleados un vehículo para su uso laboral o incluso como vehículo de representación, también se han pasado al SUV. Y tal y como exige la ley, en Hacienda esta cesión para uso de un trabajador es recogida como un pago en especie que hay que declarar.
El absurdo del pago en especie que supone un SUV de combustión
Registrar un SUV en España como parte de la retribución salarial resulta más rentable si se trata de un vehículo de combustión, según un informe reciente de la Federación Europea de Transporte y Medio Ambiente (T&E). El estudio revela que los esquemas de retribución en especie en España otorgan mayores ventajas fiscales a los vehículos de combustión en comparación con los eléctricos, afectando el ritmo de electrificación en el país.
El informe, que analiza las políticas fiscales de los seis principales mercados europeos, detalla que los vehículos de combustión reciben beneficios tributarios más significativos cuando se registran como retribución en especie. En contraposición, adquirir un vehículo eléctrico de batería bajo el mismo esquema no resulta tan ventajoso, siendo más conveniente para el trabajador recibir una compensación salarial directa y adquirir el coche de manera privada.
Un ejemplo claro es el caso del BMW X3, un SUV de combustión, que genera un ahorro de 70 euros al año para el trabajador bajo este esquema, en comparación con la opción de un aumento salarial equivalente. En cambio, su versión eléctrica, el BMW iX3, implica una pérdida de 500 euros anuales para el empleado, lo que refleja una disparidad importante. Esta tendencia no es única de este modelo, sino que se extiende a otros SUV y vehículos de gran tamaño, que representan el 45% de los coches obtenidos bajo esta modalidad en España.
De hecho, el estudio subraya que la diferencia tiende a ampliarse a medida que aumenta el tamaño del vehículo. En promedio, los vehículos de combustión obtienen un beneficio fiscal de 131 euros, mientras que los eléctricos apenas alcanzan 9 euros.
T&E señala que esta situación es similar en otros países europeos, como Polonia, y solo marginalmente más favorable para los eléctricos en Italia. Por otro lado, mercados como Francia y Alemania ya otorgan mayores ventajas fiscales a los vehículos eléctricos, aunque continúan ofreciendo subsidios significativos a los de combustión. En el Reino Unido, la tendencia es diferente, ya que el sistema fiscal favorece claramente a los eléctricos y desincentiva los vehículos de combustión en todos los segmentos.
Una anomalía que contribuye a que España vaya a la zaga en la adopción de coches eléctricos
El informe también destaca que este desequilibrio en las políticas fiscales es uno de los factores que impide que el canal corporativo lidere la adopción de vehículos eléctricos en España, quedando el país rezagado en la electrificación del parque automovilístico en comparación con otros mercados europeos. Según los datos de Dataforce recogidos por T&E, durante el primer semestre de 2024, el 13,8% de los vehículos registrados por los hogares en la UE eran eléctricos, frente al 12,4% en el caso de las empresas. En España, la diferencia es aún mayor: los hogares registraron un 6,2% de coches eléctricos, mientras que las empresas solo un 3,7%.
Además, en comparación con el primer semestre de 2023, los registros de vehículos eléctricos por parte de particulares han aumentado, mientras que los del sector corporativo han disminuido, lo que amplía aún más la brecha. Óscar Pulido, responsable del programa de electrificación de flotas de T&E en España, subraya que es necesario revisar la fiscalidad actual. Propone elevar el descuento del 30% en la retribución en especie para los vehículos eléctricos y eliminar los beneficios del 15% al 20% otorgados a ciertos vehículos de combustión, con el fin de impulsar la adopción de coches eléctricos en el país y alinearse con los principales mercados europeos.
Este planteamiento equitativo en las políticas fiscales es clave para acelerar la electrificación y fomentar una transición sostenible, sin desincentivar ni desmerecer a los vehículos de combustión, pero potenciando las ventajas para los eléctricos y promoviendo una competencia justa en el mercado.