Entre los SUV compactos impera una lucha constante por hacerse con el liderazgo del segmento, tan de moda en el caso de los también denominados crossovers. Mientras que fabricantes como BMW, Audi, Tesla o Mercedes-Benz van a lo suyo o tienen propuestas de eléctricos dentro del grupo más económicas, otros piensan en añadir a su catálogo productos menos prémium, es decir, colarse en un amplio abanico de precios.
La intención es arrancar ventas de donde sea y entre las marcas generalistas hay un pastel bastante grande del que arrancar cuota de mercado. Y ahí es donde Fisker cree que puede tener sitio su modelo Pear, del que ya tenemos algunos detalles.
Será el segundo modelo del fabricante norteamericano, tras un Fisker Ocean de mayor tamaño y de características claramente enfocadas al lujo. En el caso del Pear, todos los esfuerzos se han puesto en abaratar costes, aunque todavía queda tiempo para que podamos verlo a la venta.
Básicamente, porque el trabajo requiere contar con una plataforma totalmente nueva, que nada tiene ver que ver con la del Ocean. El chasis de aluminio de este último no sería rentable en el crossover al precio que se quiere vender, lo que implica hacerlo de acero.
También se ha reducido el uso de piezas en un 35% con respecto a su hermano mayor y se ha conseguido que sea un 25% más eficiente. No han querido, sin embargo, optar por la tecnología de construcción de estructuras a base de grandes piezas, como sí hace Tesla para abaratar el proceso de fabricación.
Sólo así podrán luchar con un Fisker Pear por un precio de acceso estimado en torno a los 33.000 euros, con el que dejarían de pelear con fabricantes de alta gama como Audi o BMW y podrían ponerse al nivel de marcas generalistas como Peugeot, Nissan, Toyota, Opel, Ford.
A priori, por tamaño, hablamos de un rival fuerte contra, por ejemplo, el Nissan Ariya, aunque tiene que demostrar, cuando llegue en 2025, que está al nivel de las propuestas europeas. Todavía tienen dos años para ajustar lo que sea necesario.
Es un automóvil de unos 4,5 metros de largo, con soluciones muy curiosas para los maleteros delantero y trasero, los denominados baúl de Houdini y froot, así como un diseño distinto a lo que hemos visto hasta el momento.
Dispondrá de dos opciones de baterías, la de acceso con unos 300 kilómetros de autonomía por carga completa y, la más capaz, con hasta 515 kilómetros. La aportación tecnológica, dentro de lo minimalista de su interior, también será algo destacable en el modelo de acceso.
Retos, cómo no, tienen los mismos que ahora con el Fisker Ocean, que no han podido entregar a tiempo a sus clientes en algunos casos, curiosamente por la buena acogida que ha tenido. A finales de 2025 podremos ver lo que ocurre y si les funciona la estrategia.