El sector del automóvil se encuentra afrontando una transición única en todos los años de historia que lleva a sus espaldas desde que se empezaran a producir coches a gran escala. Esta situación es especialmente evidente en Europa, donde la presión gubernamental por dar el salto a tecnologías más limpias ha propiciado la entrada en juego de fabricantes chinos con productos que, a igualdad de tamaño y prestaciones, son mucho más asequibles de adquirir que los de las marcas del Viejo Continente.
El éxito de firmas como MG (que pertenece a la china SAIC), que ya tiene en las calles uno de los coches más vendidos de Europa (el ZS) y la llegada de punteros fabricantes chinos, como BYD o Zeekr, han llevado a los denominados OEM (Original Rquipment Manufacturer) tradicionales europeos a exprimir al máximo sus recursos, ideas y posibilidades. Algo que sin la llegada de las empresas mencionadas, no hubiera sucedido.
Apenas acaban de llegar, pero en menos de dos años la cuota de los fabricantes chinos en el mercado europeo ha pasado del 0,1 % logrado en 2019 al 2,8 % registrado en los siete primeros meses de 2023, según el analista Ducker Carlisle. Esto significa que en los siete primeros meses del presente año, los fabricantes chinos han vendido en Europa casi tantos coches eléctricos como en todo 2022.
Las cifras crecen si las filtramos y nos ceñimos a coches eléctricos. El mercado de coches eléctricos chinos pasó del 0,5 % de 2019 al 3,9 % 2021, mientras que este 2023 ya muestra un salto más que significativo con un 8,2 % de la cuota total gracias a las 86.000 unidades matriculadas.
La presión china beneficiará al consumidor europeo
A corto plazo, ya de manera irrevocable, las anteriores cifras van a seguir aumentando, ya que los planes de los principales fabricantes europeos en cuanto a coches eléctricos que de verdad pueden suponer una buena parte de la cuota de mercado de este tipo de coches, no se van a materializar de manera inmediata, lo que ha hecho que, por otra parte, los proyectos que se han planteado en última instancia se hayan diseñado con la celeridad como principal premisa.
Las marcas más populares en Europa, como Citroën, Peugeot, Renault o Volkswagen, ya han puesto a trabajar a sus ingenieros y máximos responsables hacia un nuevo modelo de negocio. Uno que esté marcado por proyectos más eficientes y rápidos que sean capaces de llevar al consumidor final un coche eléctrico de tamaño compacto, precio sensato y prestaciones suficientes en un plazo de tiempo más reducido.
Citroën, por ejemplo, ya ha puesto a la venta el nuevo ë-C3, que ofrece 320 kilómetros de autonomía por menos de 24.000 euros. El Renault 5 eléctrico será presentado en el Salón del Automóvil de Ginebra en 2024 y costará 25.000 euros, ofreciendo 400 kilómetros de autonomía. Mientras que Volkswagen espera que, para finales de año, pueda presentar el ID.2, que costará menos de 25.000 euros y tendrá 450 kilómetros de autonomía.
Aun así, estos coches sufrirán la pérdida de ventas que, mientras llegan a las calles, serán captadas por eléctricos chinos como el MG4 o el BYD Dolphin. Ambos parten del entorno de los 30.000 euros de precio antes de ayudas, precios mucho más reducidos que los modelos europeos similares que están a la venta actualmente.
En definitiva, estos vehículos, y otros que llegarán pronto desde el país asiático, suponen una auténtica amenaza para las marcas europeas, pues aspiran a llevarse una significativa parte de la parcela de mercado que hasta ahora tenían los fabricantes locales, la de gran volumen.
Durante una conferencia celebrada ayer mismo por la nueva Ampere, que será la división de coches eléctricos del Grupo Renault, su CEO, Luca de Meo, evidenciaba que lanzar coches eléctricos realmente asequibles en un plazo de tiempo más reducido que lo habitual hasta ahora no es una opción, sino una necesidad para los fabricantes europeos, algo que ha demostrado con la presentación del Renault Legend, el modelo conceptual que adelanta las formas del futuro Renault Twingo.
Según De Meo,"podemos hacerlo. Ya lo hemos hecho con el Dacia Spring, pero esta vez se va a hacer en Europa y lo desarrollaremos en el tiempo récord de dos años desde las ideas conceptuales al inicio de producción, igualando la velocidad de los fabricantes chinos".
En definitiva, y aunque en principio se perciban por muchos como una amenaza o una invasión, la llegada de los coches eléctricos chinos, su relación entre tamaño, prestaciones y precio y la consiguiente presión sobre las marcas europeas, no sólo beneficia a sus compradores, sino también a los consumidores europeos.
