Hace años que se buscan alternativas al litio y al sodio para construir baterías eléctricas con mejores propiedades. Lo último que sabemos es que unos científicos chinos han logrado una importante evolución en lo que se conoce como batería de flujo de vanadio.
A algunos puede sonarle este elemento químico por su uso en la producción de piezas de acero con alta resistencia a la corrosión o por su utilización para fabricar imanes superconductores. Pero, en este caso, lo que los miembros de la Academia China de Ciencias han conseguido es una batería que utiliza el vanadio para obtener un forma de almacenamiento de energía renovable de alta duración y en grandes cantidades.
Este hito se ha alcanzado al lograr una densidad energética de 70 kW, frente a la de 30 kW que se habían conseguido hasta entonces con lo que el coste de producción se reduce en un 40%.
El realidad, el gasto necesario era uno de los mayores hándicaps de esta tecnología, en la que se sigue invirtiendo bastante, por ser considerada una de las más viables en cuanto a ahorro de espacio y escasa degradación con el paso del tiempo y con los ciclos de carga y descarga.
Hay que tener en consideración que la densidad de la pila es la que determina si hay un mayor o menor coste. Y a mayor densidad, menor será el volumen de la batería y también el gasto final de fabricación. Además, un módulo de 250 kW con esta novedad puede ampliarse al doble sin apenas unas amplias necesidades de espacio, en comparación con lo usado hasta ahora, lo que también reduce la inversión en instalaciones.
Gracias a una construcción específica con membranas porosas de fabricación interna y placas bipolares superconductoras, la investigación liderada por el profesor Li Xianfeng dio con una estructura con una alta uniformidad durante la distribución y una resistencia al flujo realmente baja.
Tras más de 1.200 ciclos de carga y descarga, la degradación de la batería fue de tan sólo el 1,7%. A una potencia nominal de 70 kW en carga y descarga, la eficiencia que se obtuvo fue del 81%, mientras que, con una potencia de 60 kW, fue del 82,1%.
El objetivo final es dar lugar a una batería fiable, duradera, que almacene la mayor energía posible en el espacio más pequeño viable y que su fabricación sea económica. La escasez del litio provoca que las empresas inviertan en estudiar el sodio, el hidrógeno y otras alternativas. Pero está por ver qué será lo que revolucione la industria de la movilidad 100% eléctrica. Será el tiempo el que hable. De momento, seguiremos atentos al desarrollo de la pila de flujo de vanadio y su posible llegada a la industria de la automoción.