La adopción del coche eléctrico en el mundo está siendo desigual. Europa es la que más estricta se ha puesto en materia de emisiones con la intención de potenciar la transición prohibiendo la venta de modelos de combustión en 2035, pero hoy por hoy quien lidera este movimiento es China.
Así lo pone de manifiesto la encuesta anual de movilidad llevada a cabo por McKinsey & Company, quien saca a relucir datos interesantes: presencia de los coches eléctricos en las ventas por regiones, intención de compra en ellas, principales escollos que ven los conductores para hacerse con un VE y cómo creen que podrían solucionarse.

Quien tiene un coche eléctrico, repite
Aunque en el informe quedan patentes diferencias por regiones, hay un aspecto que es común a todas ellas: la intención de compra de vehículos eléctricos siempre es mayor entre los clientes que ya tienen experiencia previa con uno de ellos.
En hogares en los que hay un modelo de combustión y otro de baterías, la mayor parte de los encuestados señala que reemplazará el térmico por otro eléctrico en su próximo vehículo. Esto desmontaría un argumento habitual que es el que señala que se suele tener un eléctrico como segundo coche de la casa, siempre con uno de gasolina o diésel como respaldo.
El salto al coche eléctrico es desigual en el mundo
El estudio pone de manifiesto que, aunque la adopción de vehículos eléctricos ha aumentado en todo el mundo, su crecimiento es muy diferente dependiendo de la región de la que se trate.
El mercado más destacado es el chino, en el que prácticamente la mitad de los vehículos vendidos fueron eléctricos, aunque hay que concretar que en el informe dentro de esta definición se agrupan tres tipos distintos: los eléctricos de batería (BEV), los híbridos enchufables (PHEV) y los eléctricos de autonomía extendida (EREV).
Teniendo esto en cuenta, el 28% de las ventas fueron eléctricos puros, el 15% empleaban mecánicas híbridas enchufables y un 6% eran eléctricos de autonomía extendida. La importancia de estos es capital, pues es el China el único lugar del mundo en el que son populares, y precisamente son marcas de este país las que los están exportando al resto del mundo.
Sin embargo, los datos dejan claro que en el resto de regiones todavía queda un largo camino por recorrer.
En Europa el porcentaje total de eléctricos vendidos fue del 21%, dentro del cual el 14% correspondió a modelos de baterías y un 7% fueron PHEV. Aún así, la situación en Estados Unidos es incluso peor, con solo un 10% de cuota de mercado total, un 8% correspondiente a coches eléctricos de baterías y el otro 2% siendo híbridos enchufables.
Al ser preguntados por qué pasará con sus próximos vehículos, parece claro que cada vez más modelos de cero emisiones formarán parte del parque automovilístico global, pero las respuestas también apuntan a que la brecha existente entre regiones no hará si no aumentar.
En China, el 45 % de los encuestados señala que su próximo vehículo será un eléctrico, mientras que en Europa solo contesta lo mismo el 23% de las personas y en Estados Unidos el porcentaje baja hasta el 12%.
En el país asiático el segundo grupo más grande es el de los que van a adquirir un híbrido enchufable, un 37%. En Europa es un 27% y también tiene mucho peso el grupo que va a adquirir un coche térmico más antes de dar el salto (25%). En Estados Unidos estos últimos son la mayoría, con un 29%.

Las preocupaciones son similares en todas las regiones
A pesar de la discrepancia entre regiones en lo referente a la adopción del coche eléctrico, las preocupaciones que existen alrededor de éste son siempre bastante comunes.
Los problemas que más hacen dudar a los potenciales compradores son la autonomía, el precio y la carga; siendo los aspectos que podrían animarle a dar el salto el hecho de que hubiera una red de carga pública más desarrollada, que existiera una mayor velocidad de recarga de la batería y que su tecnología se estabilizase, pues la rápida evolución que experimentan hace que se perciba que un modelo actual se puede quedar atrás en no mucho tiempo.
El principal argumento que les haría comprar un EV sería que éstos tuvieran una autonomía mayor. Al ser cuestionados por cuál es la mínima real que considerarían válida, señalaron que 500 km.
El estudio explica que esto es porque “muchos compradores potenciales se preocupan por la autonomía porque piensan en casos excepcionales, como viajes largos de vacaciones, en lugar de en su comportamiento de conducción diario habitual al estimar sus necesidades”. Es algo que ratifica el hecho de que entre los propietarios de un eléctrico encuestados, los requisitos de autonomía que expresan son de media un 10% inferiores.