Europa tiene en el sector de la automoción una de las industrias más importantes y relevantes del mercado. Los fabricantes aportan grandes cantidades de dinero a las arcas públicas, además de sumar cientos de miles de puestos de trabajo y miles de millones en innovación y desarrollo. Toda esa puesta puede irse por el sumidero si la Unión Europa no toma medidas para ayudar a su industria. La batalla contra China empieza a desnivelarse en favor de los asiáticos. Un estudio internacional demuestra la necesidad de apoyos por parte de los gobernantes para no poner en peligro a un sector principal.
A finales del año pasado la Unión Europea dio un paso muy importante. Los planes del viejo continente pasan por transformar la industria del automóvil desde sus cimientos. En 2035 Europa prohibirá la venta de cualquier coche que no sea eléctrico, aunque como ya sabemos habrá algunas excepciones. Los ciudadanos europeos sólo podrán contar con coches eléctricos, aunque ese paso tan importante puede desencadenar una serie de acontecimientos de difícil resolución. Así lo destaca un informe del grupo climático Transport & Enviroment.
No es nada extraño informar sobre la desviación de la producción de alguna marca. Cada cierto tiempo surgen noticias que suponen un aumento de influencia del mercado chino. Muchas marcas están optando por descentralizar la producción de sus modelos eléctricos en aras de reducir costes. En China la producción es muy barata, los organismos públicos ponen muchas facilidades a las marcas para que lleven allí las fábricas o firmen alianzas con otros fabricantes locales. Una estrategia que en los últimos años ha despertado cada vez más interés.
Europa parece estar sufriendo una ralentización de su estrategia eléctrica. Aunque las cifras mensuales son cada vez mejores, las estimaciones no se están cumpliendo. Los planes especificaban que para finales del primer semestre de 2022 el 13% de las ventas de automóviles fuesen totalmente eléctricas, pero al cierre del mes de junio se ha llegado al 11%. Dos puntos menos de lo esperado que puede suponer un pequeño parón en las ventas. La crisis de Europa del Este, la falta de componentes y el auge en los precios de la electricidad y los carburantes pueden ser los causantes principales.
El peso de las marcas chinas todavía no supone un gran problema, pero si Europa no apoya su industria el panorama puede cambiar rápidamente. En la primera mitad de 2022 sólo el 5% de las ventas de coches eléctricos provinieron de marcas chinas, un porcentaje escaso, pero no falto de preocupación. El estudio desvela que para el año 2025 la presencia de las marcas chinas alcanzaría una cuota de mercado del 18%. Eso quiere decir que en apenas tres años se podría cuadruplicar las ventas de modelos asiáticos dentro del territorio de la Unión Europea.
T&E apunta a una estimulación en la producción y un mayor apoyo en la transición. Bonificaciones fiscales, descuentos y otros incentivos podrían ayudar al cliente europeo a mantener la confianza en las marcas continentales. El precio es sin lugar a dudas un factor determinante. Fabricantes como BYD, NIO o XPeng son capaces de ofrecer coches con una avanzada tecnología y altas prestaciones por un precio significativamente menor que rivales similares europeos. En el futuro la estrategia de las marcas chinas ampliará la oferta disponible, llegando a segmentos tan importantes como los de los utilitarios y compactos. "Si la UE no puede regular de manera eficiente su propio mercado, corre el riesgo de perder su soberanía económica en la industria automotriz".