Europa no quiere quedarse atrás en el mercado de las baterías para vehículos eléctricos ante el empuje de la industria asiática. La excesiva dependencia de los productores asiáticos no se ve con buenos ojos desde las altas instituciones de la Unión Europea. Por esa razón se busca la forma de empujar proyectos industriales para el desarrollo y la fabricación de baterías en Europa. El objetivo es que, en 2030, el 30% de la producción mundial de baterías sea responsabilidad de empresas europeas y esté localizado en suelo europeo.
Este objetivo, y el establecimiento de múltiples consorcios para lograrlo, fueron las conclusiones principales de la conferencia sobre movilidad eléctrica ofrecida en Berlín por Maroš Šefčovič, ministro y del comisario de energía de la Unión Europea. La ubicación específica de las instalaciones y los nombres de las empresas que las gestionarán se publicarán a finales de año.
Durante la rueda de prensa posterior a la conferencia quedaron sin respuesta dos cuestiones clave en este gran proyecto europeo sobre baterías. La primera, cuántos GWh representarán, en 2030, el 30% de la producción mundial. Y la segunda, cuántas fábricas tendrían que estar activas para el año 2030 para alcanzar ese objetivo.
Un cálculo aproximado que responda a estas cuestiones puede hacerse a partir de los datos de las estimaciones ofrecidas por los expertos en la propia conferencia. Según ellos, en 2020 la producción global de baterías alcanzará los 175 GWh, lo que supone cinco veces más que la que se registró en 2016. En 2025, la producción crecerá hasta los 1.200 GWh, alcanzando los 3.000 GWh en 2030. Esto significaría que el 30% de esa producción, que debería situarse en Europa, sería de 1.000 GWh.
Inicio de la construcción de la Gigafactoría de Tesla y Panasonic en Nevada (año 2014).
Teniendo en cuenta la magnitud de una fábrica como la Gigafactoría de Nevada de Tesla y Panasonic, capaz de producir 35 GWh al año, serían necesarias 29 instalaciones como ella para cubrir la demanda objetivo.
Si estos números se toman como reales, se puede concluir que los ambiciosos planes europeos para la producción de la baterías están un poco atrasados. Los esfuerzos de construcción e inversión en los próximos doce años tendrán que ser inmensos ya que, de los proyectos presentados, ninguno ha arrancado todavía.