Los coches eléctricos chinos están dando muchos quebraderos de cabeza a los históricos fabricantes europeos. Marcas como MG o BYD han llegado con mucha fuerza a Occidente, lo que ha provocado la preocupación de ciertas marcas y gobernantes. Francia inició hace unas semanas un plan para desalentar la compra de estos vehículos ‘Made in China’ a través de subidas impositivas y ausencia de ayudas a la adquisición de coches eléctricos que no hayan sido fabricados en el país o en la propia Unión Europea. Las últimas informaciones publicadas por Automotive News Europe hablan de que este plan también podría ser replicado por Italia.
Fuentes cercanas al proyecto italiano hablan de que el país mediterráneo podría considerar una serie de incentivos centrados en el origen de los coches y no en sus emisiones de carbono, como sucedía hasta ahora. Dichas fuentes afirman que el marco de incentivos propuesto por Francia “es muy razonable”, a lo que añadieron la confirmación de que el Gobierno de Meloni estaba estudiando la adaptación de esta legislación para el país de la bota.
Así, junto al origen de los propios vehículos, los modelos eléctricos se calificarían para dichas ayudas o incentivos según la cantidad de energía que utilice para fabricar y componer sus diferentes elementos, para su producción y para el transporte hasta el cliente final, así como en fucnión del tipo de batería que emplee.
Aunque la legislación establecida por la Unión Europa no permite que los diferentes miembros favorezcan productos fabricados o producidos localmente, ya que se promueve el libre mercado, Francia habría sabido esquivar ciertas partes de la normativa para que los fabricantes de origen asiático no sean elegibles para tales bonificaciones. Uno de los puntos en los que podría diferenciarse sería en el origen de la energía con la que se alimentan las grandes plantas de fabricación automovilística -ya que en China, por lo general, hacen lo propio con carbón-, así como en el transporte de la mercancía que se lleva a cabo en grandes barcos cargueros.
Desde Francia se defienden bajo el criterio de que su propia legislación cumple con las reglas de la OMC porque se permiten exenciones por razones de salud y ecologismo. Italia, por su parte, buscaría acordar un plan en el que favorezcan los fabricantes locales, ya sean automovilísticos o de cualquier otro componente mecánico de los vehículos. Con ello, esperan que el país pueda recuperar los niveles de producción de alrededor de un millón de vehículos.
Las conversaciones y negociaciones para hacer este plan viable se demorarán hasta finales de este año, cuando esperan tener listo el primer borrador de su propia legislación proteccionista. Adolfo Urso, ministro de Industria de Italia, ha afirmado en una entrevista reciente que los ciudadanos italianos ya han utilizado el 80% de los incentivos destinados a la compra de vehículos eléctricos, los cuales en su mayoría se han destinado a vehículos producidos en el extranjero, por lo que ven necesario la implementación de esta reforma legislativa para favorecer a los productores locales asentados en Italia.