Desde que se fundó la empresa, Fisker Automotive ha prometido que se encontraba embarcada en el desarrollo de la tecnología de las baterías de electrolito sólido, que no estarían preparadas para sus primer coche eléctrico, inicialmente el Emotion, pero sí para el segundo. Sin embargo, su CEO, Henrik Fisker, ha anunciado que renuncia a ellas después de crear en 2018 una startup dedicada a su investigación. Tras haber alcanzado un desarrollo del 90% de la tecnología, las dificultades que ha encontrado para poder materializar el trabajo en un producto terminado y listo para ser montado en un coche eléctrico le han llevado a renunciar a ellas.
Fisker ha querido desde el principio desarrollar su propia tecnología de baterías, con el objetivo de no reeditar los problemas que tuvo con A123 en su anterior empresa y ofrecer la tecnología de baterías en estado sólido con 800 kilómetros de autonomía y carga en menos de un minuto. Estas baterías, al menos inicialmente, no se iban a ofrecer en sus primeros coches eléctricos, puesto que la tecnología no está lo suficientemente madura. Fisker contado con el apoyo de Caterpilar para avanzar con su desarrollo y poder implementarla lo antes posible.
En marzo de 2019, aprovechando el anuncio del que iba a ser su segundo coche eléctrico que vendería por 40.000 dólares en Estados Unidos, Fisker actualizó la información sobre el estado de desarrollo esta tecnología. Aseguró que sería capaz de fabricar en su laboratorio hasta 20 celdas por semana, todas ellas a mano. A finales de ese año tenía previsto disponer de baterías lo suficientemente grandes como para poder ser probadas en un automóvil real.
Hoy en día, los planes de Fisker han cambiado drásticamente. Su primero modelo ya no es el Emotion, sino el Ocean, un SUV eléctrico que comenzará a ser comercializado en los próximos meses. Para su fabricación, y después de barajar varias opciones, subcontratará a Magna y aunque, tal y como se sabía, no implementará todavía baterías de electrolito sólido, la investigación seguía en marcha hasta la presentación de este coche, aunque los retrasos se iban acumulando.
Fisker Ocean.
Desafortunadamente, por ahora, el trabajo realizado quedará paralizado por las dificultades que ofrece para lograr un producto utilizable en vehículos reales. Henrik Fisker ha explicado que por ahora detiene estas investigaciones iniciadas en 2018: "es el tipo de tecnología en la que, cuando crees que has alcanzado el 90% y ya casi se ve el final, te das cuenta de que el último 10% es más difícil que el primer 90%", asegura el directivo. "Hemos abandonado por completo las baterías de electrolito sólido porque no vemos que se conviertan en una realidad".