Ford tiene una apuesta firme por la movilidad eléctrica, pero sabe que la transición será más lenta de lo que muchos analistas esperan. Todo el mundo espera que el cambio real se produzca cuando los precios de los coches eléctricos se equiparen a los de combustión. La brecha cada vez es más pequeña, pero sigue ahí. Cada compañía pone una fecha a ese esperado momento. En Ford lo tienen muy claro y su CEO, Jim Farley, ha expresado lo que tiene que ocurrir para que en su compañía llegue la tan deseada paridad de costes.
Con la llegada de nuevas tecnologías y sistemas de producción, el ritmo de producción de un coche eléctrico se ha incrementado en los últimos años. Las marcas necesitan un gran volumen para mejorar los márgenes de beneficios. En Ford saben lo que es perder dinero con su división de eléctricos. Los inicios son complicados y los de Michigan están dispuestos a darlo todo a pesar de las pérdidas. El año pasado, la división Ford Blue, registró pérdidas de 3.000 millones de dólares. Se espera que para este año la cifra baje, pero nadie da por hecho que se vayan a conseguir beneficios.
Los datos de Ford con respecto al coche eléctrico son cuanto menos peliagudos. Con apenas 12.000 unidades matriculadas en todos los mercados durante el primer semestre del año, la división de eléctricos pierde casi 60.000 euros por cada unidad. Ford lo sabe, pero también es consciente de que esta es una carrera de fondo y no un spring y que hay una importante diferencia entre lo que se considera una pérdida y una inversión a largo plazo. Por eso, a pesar de los números, no parece especialmente preocupado al respecto. Este año pisarán el acelerador y esperan poder fabricar 210.000 unidades de su coche eléctrico más popular, el Mustang Mach-e.
El problema real está en el coste de producción de cada unidad. Las materias primas han disparado sus precios, al igual que las tarifas de electricidad y transporte. Fabricar un coche eléctrico sale caro y la inflación a nivel global no ayuda a reducir la brecha con respecto a los coches de combustión. La situación es delicada y, por eso, tal y como recoge Reuters, Jim Farley cree que la equiparación de costes podría no llegar hasta después de 2030. Se trata de uno de los horizontes más pesimistas que hemos visto en los últimos años. Muchos expertos esperaban adelantar esa fecha a la mitad de la década.
La fecha no es aleatoria, tal y como reconoce el propio Farley. En su opinión, la equiparación no llegará hasta que los eléctricos de segunda o tercera generación no entren en producción a principios de la siguiente década. La mejora en los procesos de fabricación, la optimización de recursos, el desarrollo de nuevas tecnologías y la mayor demanda del vehículo será lo que marque el punto de inflexión. A partir de ese momento, el cambio será evidente y, por fin, Ford podrá dejar de depender de los modelos de combustión de la forma en la que lo hace ahora.
Farley no ha sido ni el primero ni será el último en declarar abiertamente su opinión con respecto a la paridad de precios y costes. Luca de Meo, CEO del Grupo Renault, tampoco cree que la ansiada equiparación esté próxima. Según el directivo francés, el problema principal son las baterías y los elementos que estas incorporan. "Puedo encontrar una mejor química de batería y una mejor electrónica de potencia, pero estas ganancias se borrarán cuando el precio del cobalto se duplique en solo seis meses". A día de hoy, las materias primas todavía siguen representando el 80% del coste de fabricación de una batería.