A corto plazo la electrificación parcial parece que, definitivamente, tomará el relevo a los motores de combustión interna pura, para después dejar paso a la electrificación casi total del parque móvil, ¿pero qué pasa si miramos más allá? Bosch ha interpretado cómo debería ser el futuro de la movilidad después de dar el salto al coche eléctrico, y proponer una solución de coche por cable para descongestionar las ciudades más grandes del planeta.
Las núcleos poblacionales tienen un serio problema en cuanto a movilidad se refiere, que no hace más que acentuarse ya que estos puntos cada vez están más concurridos diariamente. Las grandes ciudades siguen expandiéndose, tanto física como demográficamente con una población flotante, que aunque no pertenezca al núcleo poblacional, sí desarrollan actividades profesionales, lúdicas o formacionales dentro del mismo a diario, contribuyendo a la congestión de las ciudades y alrededores de las mismas.
El coche eléctrico supondrá el paso definitivo hacia un modelo de transporte particular sostenible, pero aunque acabe logrando este cometido, no es ni mucho menos la solución de cara a descongestionar las ciudades. Y es que todo apunta a que el coche particular, tal y como lo conocemos hoy día, está destinado a desaparecer. De hecho cada vez son más las personas que afirman que el coche en propiedad va a resultar cosa del pasado en muy poco tiempo. Habrá una transición entre tener un coche en propiedad y el dejar de usar los coches como herramienta, a través de soluciones como el leasing o el renting, perfectas para aquellos que sí sigan apostando o requieran de una herramienta de transporte exclusivo.
PTráfico en Nueva Delhi, India.
Para escurrirnos de estas congestiones son muchas y muy polares las soluciones de las que disponemos de momento. Mientras que para trayectos cortos y de última milla los hoverboards, como el UrmO, o los patinetes eléctricos, parecen estar imponiéndose con fuerza dada su rapidez de uso y precio asequible, en las distancias medias bicicletas y motocicletas, tanto eléctricas como tradicionales, se plantean como la solución perfecta para desplazamientos de una o dos personas. Pero lo cierto de estos últimos es que no son el medio más seguro, sigue siendo excluyentes, están muy expuestos a los amigos de lo ajeno y nosotros también estamos expuestos a las inclemencias del tiempo. Por tanto, si el futuro no depende de los coches, y los vehículos de dos ruedas seguirán, aun siendo eléctricos, adoleciendo de las mismas carencias, ¿dónde estará la clave de la movilidad?
Bosch ve la solución en una red física de transporte, a medio camino entre el transporte público y el transporte de uso exclusivo, en este caso usando un medio que hasta ahora quedaba reservado a muy pocos usos en muy pocos sitios del mundo, el cable. Lo ha llamado eRopeWay Concept, y como si de un teleférico se tratara, lo que propone la empresa alemana es un modelo de movilidad en el que el vehículo se desplace por raíles elevados que contengan un cable dentro y por el que se deslizaría el coche en cuestión.
El concepto de coche-cable de BOSCH, eRopeWay.
No es la única empresa del sector de la automoción que hasta ahora se ha pronunciado sobre esta cuestión y no es la primera vez que se propone una idea similar, ya que, por ejemplo Mazda presentó hace meses su idea de cuál debería ser el relevo del coche particular como elemento principal de transporte de la mano del Mazda Koshi Concept, con el mismo propósito de uso compartido del coche por cable de BOSCH solo que esta vez se trataría de un vehículo autónomo que sí se desplazaría por carretera. También Testa estaría dando los primeros paso hacia la descongestión de ciudades como Los Ángeles de la mano de su proyecto The Boring Company.
La diferencia entre los distintos conceptos mencionados de cada marca estaría en que, mientras que Mazda todavía no dispone de una tecnología fiable en cuanto al coche autónomo (polémica cuestión esta incluso para Tesla, el rey de la conducción autónoma) Bosche sí controlaría ya todos y cada uno de los aspectos y tecnologías que harían falta para hacer del eRopeWay un proyecto que funcione, estando el único escoyo real en la adaptación de las ciudades, con una infraestructura que condicionaría el resto del tráfico, y dada la situación actual, con carreteras y calles atestadas de coches, resultaría incompatible durante el periodo de transición, y aquí el Mazda Koshí sí sería más conveniente porque sí sería compatible con los coches eléctricos.
Por tanto donde falla una propuesta, la otra se muestra más acertada y viceversa, por lo que tal vez estemos cada día más cerca de una nueva e inminente idea que aúne la compatibilidad durante la transición hacia liberar las calles de coches con tecnología ecológica y palpable.