El pasado mes de mayo se confirmaban los peores augurios para las fábricas de Nissan en Barcelona: tras varios años en decadencia, el nivel de producción no era rentable para mantenerlas abiertas y confirmaban el cierre de la misma, viéndose afectados unos 3.000 puestos de trabajo de manera directa y otros 20.000 de forma indirecta. No obstante, siguen los intentos por salvaguardar estas fábricas, los empleos y el tejido industrial, y las últimas propuestas para su continuidad giran en torno al coche eléctrico.
La pasada semana ha tenido lugar la tercera reunión de la mesa integrada por la dirección de Nissan, la Representación de los Trabajadores y las Administraciones públicas, que tiene por objetivo la búsqueda de alternativas industriales que permitan mantener puestos de trabajo y el tejido industrial actual. La Comisión de trabajo para la reindustrialización de las plantas de Nissan en Barcelona ha recibido varias propuestas con posibles alternativas de futuro para las plantas de la Zona Franca, Sant Andreu de la Barca y Montcada i Reixac.
Unas propuestas que, con la mirada puesta al futuro, han girado en torno al coche eléctrico. El Ministerio de Industria y el Departament d'Empresa de la Generalitat catalana han explicado que los proyectos en los que están trabajando se agrupan en tres grandes escenarios de industrialización: producción de baterías para abastecer al mercado europeo de vehículos eléctricos; ensamblaje de vehículos eléctricos; y Hub de electromovilidad integrado por varias empresas.
Las cuatro organizaciones sindicales que participan en la Comisión -SIGEN-USOC, Comisiones Obreras, UGT, y CGT- han reiterado su voluntad de que se prime la maximización de puestos de trabajo, con el objetivo de mantener el tejido industrial de la zona. No obstante, por el momento no se han explicitado más detalles sobre esas tres propuestas en torno al coche eléctrico para las fábricas de Nissan en Barcelona.
Dichas propuestas, en cualquier caso, tienen como decimos una mirada hacia el futuro y es que tanto el Gobierno central español como la Unión Europea tienen un plan fijado para reducir las emisiones de carbono en las próximas décadas. Eso incluye la descarbonización del transporte por carretera con vehículos eléctricos; para ello es clave la producción local de baterías, un mercado que actualmente tiene protagonismo asiático con empresas chinas, japonesas y coreanas como CATL, Panasonic o LG Chem.
Los próximos años serán de suma importancia para el establecimiento en Europa de una industria de baterías fuerte; el objetivo es acaparar el 30% de la producción mundial de baterías para ser competitivos. Países como Alemania, Hungría, Polonia y Suecia tienen ya grandes fábricas de baterías en funcionamiento, en construcción o proyectadas. Entre las que ya están operativas, algunas tienen aprobada su ampliación los próximos años para aumentar la capacidad de producción.
Se prevé que para finales de esta década, Alemania será el primer productor europeo con una capacidad estimada en 100 GWh anuales -aunque podrían ser cuando la fábrica de baterías de Tesla en Alemania, anunciada como la mayor del mundo, esté a plena capacidad-. Polonia y Hungría también se llevarán una parte importante del pastel: LG Chem tiene prevista una producción de 70 GWh anuales en su gigafactoría de Polonia. En Hungría, las plantas de SK Innovation y Samsung tendrán una capacidad total de 25 GWh anuales en 2022. Por su parte, Northvolt tiene previsto producir 32 GWh anuales en su fábrica de Suecia, operativa a partir del año que viene, para 2025.
La Comisión Europea estima que el mercado de las baterías podría alcanzar un volumen de negocio de 250.000 millones de euros en 2025. Un volumen de negocio en el que España debería, y aparentemente puede, participar para mantener y/o aumentar su tejido industrial, laboral y tecnológico.