El interés por el hidrógeno está creciendo en el sector del transporte, sobre todo en aquellas aplicaciones que combinan vehículos pesados y distancias muy largas. En estos casos, con rutas prestablecidas que se repiten continuamente, el hidrógeno, obtenido a partir de fuentes renovables comienza a tener sentido. La mayor eficiencia y economía que supone en uso de camiones eléctricos, la reducción del peso y el tamaño de las baterías para no penalizar la capacidad de carga y el hecho de minimizar los tiempos de parada para que se ajusten al descanso de los conductores, son ventajas que pueden imponerse frente al diésel e, incluso frente a las soluciones que solamente emplean baterías electroquímicas.
Debido a que el hidrógeno forma enlaces químicos realmente fuertes con prácticamente todos los elementos de la tabla periódica, no se encuentra en forma pura en la naturaleza. Para obtenerlo, es necesario usar una gran cantidad de energía para romper esos enlaces y posteriormente encontrar una manera de almacenarlo y transportarlo.
En ciertos sectores, no hay duda de que el hidrógeno está muy por detrás de la electricidad cuando se trata de propulsar automóviles o incluso camiones ligeros. Una estación de repostaje de hidrógeno cuesta diez veces más que una estación de carga de vehículos eléctricos de alta potencia en corriente continua. Si bien un automóvil propulsado por hidrógeno se puede repostar aproximadamente en el mismo tiempo que se tarda en poner gasolina en el tanque de un vehículo convencional, encontrar esa estación no es tarea fácil. Además, nadie dispondrá de una manguera de hidrógeno en el garaje de su casa, como sí pasa con la electricidad.
Hidrógeno verde, una condición indispensable
En la actualidad, la mayor parte del hidrógeno que se emplea para uso comercial se obtiene del gas natural, que a su vez se produce mediante técnicas de fracking. Por lo general, se le conoce como hidrógeno gris porque, aunque es una energía cero emisiones en su uso, no es así en su fabricación, que lleva asociada la emisión de gases de efecto invernadero. Sin embargo, el hidrógeno verde se produce al hacer pasar una corriente eléctrica a través del agua. Si la electricidad proviene de fuentes de energía renovables, no hay emisiones en la fabricación y ninguna cuando se usa, lo que lo convierte en una energía completamente cero emisiones.
La mayoría de los detractores de esta energía señalan que producir electricidad para electrolizar el hidrógeno que luego se usa en celdas de combustible para impulsar vehículos no es tan eficiente como generar electricidad para usarla para impulsar directamente los vehículos. Un argumento que técnicamente es completamente correcto. Cada vez que la energía se convierte de una forma a otra, se producen pérdidas. Cuantas más transformaciones hay, más pérdidas ocurren por lo que, en teoría, la electricidad vence en eficiencia al hidrógeno.
El hidrógeno verde puede almacenarse y transportarse como si fuera una batería.
Pero las consideraciones prácticas pueden pesar más que los cálculos teóricos. El hidrógeno puede considerarse como un 'acumulador de energía', similar a una batería. Se puede mover de un lugar a otro utilizando medios convencionales como tuberías o camiones cisterna. La electricidad creada a partir de fuentes renovables debe llegar a donde se utiliza. Aunque los parques fotovoltaicos y eólicos se pueden construir en entornos urbanos, colocando paneles solares y turbinas eólicas en las azoteas, en la práctica, las instalaciones solares y eólicas tienden a construirse alejados de las ciudades. Para transportarla a alto voltaje, la electricidad debe convertirse a corriente continua en un extremo y reconvertirse a alterna en el otro. Todas estas conversiones obligan a desperdiciar parte de la electricidad.
La apuesta por el hidrógeno verde en el mundo
Según la revista Scientific American, Australia quiere exportar hidrógeno producido a partir de la abundante energía solar y eólica que es capaz de producir. Chile tiene planes para producir hidrógeno en el norte del país, donde la electricidad solar es abundante y China planea tener un millón de vehículos con celdas de combustible de hidrógeno en sus carreteras para 2030.
Proyectos similares están en marcha en Corea del Sur, Malasia, Noruega y Estados Unidos. Allí, California está trabajando para eliminar gradualmente los autobuses movidos por combustibles fósiles en 2040. La Comisión Europea ha publicado recientemente una estrategia para el hidrógeno con que exige aumentar la capacidad de producción de los 0,1 GW actuales a 500 GW en 2050.
Considerando todas estas estrategias en conjunto, es comprensible la predicción de Goldman Sachs de principios de este año, en la que afirmaba que el hidrógeno verde se convertirá en un mercado de más de 10 billones euros para 2050.
El caso particular de Australia y la desinformación
Australia podría convertirse en el líder mundial en suministro de hidrógeno en el futuro. Tiene el potencial de generar grandes cantidades de energía renovable, pero no tiene forma de exportar esa energía salvo a través de cables submarinos, extremadamente costosos. La manera en la que podría resolver esta ecuación es produciendo hidrógeno verde para enviarlo a todos los países del mundo.
La Dra. Doctora Cathy Foley se convertirá en la directora de la Organización de Investigación Científica e Industrial de la Commonwealth australiana (CSIRO) el próximo 1 de enero. Foto: CSIRO.
La Doctora Cathy Foley, que durante 36 años ha trabajado en la Organización de Investigación Científica e Industrial de la Commonwealth australiana (CSIRO), reemplazará en la dirección a Alan Finkel el próximo 1 de enero. Su misión será recopilar la evidencia científica para guiar un cambio rápido de los combustibles fósiles a una economía de bajas emisiones. Según sus propias declaraciones, "Australia se convertirá en líder mundial en producción de hidrógeno verde, para lo que necesitamos movernos lo más rápido posible utilizando todas las herramientas para reducir las emisiones y ser audaces y ambiciosos al hacerlo", ha declarado a The Guardian.
Foley señala que la desinformación sobre temas relacionados con el cambio climático es un problema, porque las redes sociales pueden elegir qué información y evidencia se disemina a la población. En su opinión, el país necesita una campaña para ayudar al público a comprender el proceso científico y agradece los pasos que están tomando las redes sociales para marcar las publicaciones que contienen información errónea.