Dicen que el peor enemigo de uno es uno mismo. Nosotros tomamos decisiones que a corto o a largo plazo pueden suponer un problema. En el caso de Tesla se podría argumentar lo mismo. La compañía dirigida por Elon Musk ha contribuido enormemente a la sociedad, al medioambiente y a la industria del automóvil. Ha cambiado, para bien o para mal, nuestro concepto de movilidad, pero sus políticas no siempre han sido acertadas. Si bien nadie niega su liderazgo en el segmento eléctrico, algunas de sus políticas pueden causarle un gran problema, como por ejemplo el uso del término conducción autónoma.
También dicen que cuando una mentira se repite mil veces acaba siendo verdad. Tesla lleva repitiendo muchas veces que su sistema de asistencia a la conducción permite poder circular sin tener que estar preocupado en la carretera. Es mentira. La homologación indica que es un sistema autónomo de nivel 2 avanzado, cuando en realidad es a partir del nivel 4 cuando legalmente el coche puede circular sin que el conductor tenga el control final. Esta desviación de la realidad podría transformarse ahora en el mayor peligro para Tesla. Las autoridades americanas lo están investigando.
El Departamento de Justicia está investigando declaraciones de Elon Musk
El 2024 promete ser un año duro para los intereses de Tesla. Si bien la compañía sigue creciendo, el ritmo parece haberse ralentizado. El balance comercial del primer trimestre ha dejado serias dudas sobre el curso. Sin embargo, este no se antoja el mayor de los peligros para los próximos meses. Tal y como ha podido saber Reuters, Tesla está siendo investigada por los fiscales estadounidenses por un posible fraude electrónico y de valores. Según las fuentes, Tesla podría haber empleado una terminología confusa y deliberadamente comercial -Autopilot- para impulsar las acciones de la compañía. No es la primera vez que los de Austin se enfrentan a un proceso de escrutinio legal.
En ocasiones anteriores, Tesla tuvo que pelear para demostrar que su paquete de asistencia a la conducción no era el causante de diversos accidentes fatales. La NHTSA, la agencia encargada de vigilar la seguridad de los vehículos en Estados Unidos, siempre ha tenido un ojo encima y en más de una ocasión ha obligado a los ingenieros de Tesla a quitar o modificar alguna de las tecnologías de sus coches. Sin embargo, en esta ocasión el rival es mucho más temible. El Departamento de Justicia está investigando declaraciones de Elon Musk y de otros directivos de la compañía para determinar de qué manera han influido en el precio de las acciones.
Los investigadores también están explorando la posibilidad de que Tesla haya cometido fraude electrónico, que implica engaño en las comunicaciones interestatales, al intentar confundir a los consumidores sobre sus sistemas de asistencia. Por el momento, ninguna de las partes implicadas ha dado respuesta alguna sobre la situación de la disputa, pero muchos temen que Tesla sea duramente sancionada por su política comercial. De forma paralela, el propio Musk es el mayor instigador para el desarrollo de sistemas de conducción autónoma. La empresa lleva gastados miles de millones en la materia. La última versión de su Autopilot está a punto de ver la luz y en el próximo mes de agosto conoceremos el primer robotaxi comercial de Tesla.