Tesla y otros gigantes tecnológicos como Alphabet (Google), Apple, Dell y Microsoft no tendrán que enfrentarse a la demanda colectiva interpuesta a finales del año pasado por varias familias congoleñas que acusaban a dichas compañías de ser cómplices de la explotación infantil en las minas de cobalto, causando graves daños e incluso la muerte a sus hijos menores de edad.
En diciembre de 2019 la ONG 'International Rights Advocates' interpuso una demanda contra Alphabet (matriz de Google), Apple, Dell, Microsoft y Tesla en nombre de 14 familias de la República Democrática del Congo cuyos hijos habían fallecido o sido heridos a consecuencia de la explotación infantil en las minas de cobalto del país africano, de donde salen aproximadamente dos tercios de la producción mundial de dicho mineral -un componente clave en la mayoría de baterías de litio tanto de coches eléctricos como en la electrónica de consumo-.
Ahora, según han informado fuentes especializadas, un tribunal federal de Washington ha desestimado la demanda interpuesta contra el fabricante de coches eléctricos Tesla y el resto de compañías tecnológicas implicadas. Las cinco empresas, que se cuentan entre las más grandes del mundo actualmente, no tendrán que enfrentarse a la demanda colectiva que los hacía presuntamente responsables del uso de mano de obra infantil para extraer el cobalto en bruto de las minas.
Según el juez Carl J. Nichols, aunque la demanda enumera «sucesos trágicos», no se puede establecer un vínculo con las cinco compañías en cuestión y dice que «la única conexión real es que las empresas compran cobalto refinado» para sus productos de consumo. «Podría ser cierto que si Apple, por ejemplo, dejara de fabricar productos que utilizan cobalto, habría comprado menos del metal a Umicore, que [a su vez] podría haber comprado menos a Glencore, que podría haber comprado menos a CMKK, que podría así haber dado instrucciones a Ismail para que dejara de comprar cobalto a los niños mineros, lo que podría haber llevado a algunos de los demandantes a no haber estado minando cuando se produjeron sus lesiones», ha dicho el juez. «Pero esta larga cadena de contingencias, en todo su esplendor, crea una mera especulación, no un perjuicio rastreable».
No es la primera vez que la sombra la explotación infantil y el trabajo esclavo recae sobre la extracción del cobalto, especialmente en la República Democrática del Congo. A pesar de la riqueza mineral del país africano, que cuenta con reservas de coltán, petróleo, diamantes, oro, plata, zinc, cobre, magnesio, uranio, hierro o carbón (entre muchos otros recursos), su población tiene una renta per cápita anual inferior a 800 dólares.
Componente esencial en prácticamente todos los dispositivos electrónicos modernos con batería, incluidos los vehículos eléctricos, el cobalto se ha convertido en una pieza clave de la economía mundial. Las condiciones de trabajo en las minas son un asunto sobre el que cada vez se presta más atención, sin embargo, la inestabilidad política del país, la presencia de mafias y grupos armados, y la pobreza extrema de las familias -que se ven empujadas a que los niños de la unidad familiar también trabajen-, dan como resultado un caldo de cultivo ideal para la explotación laboral y el trabajo infantil. Se estima que aproximadamente el 20 por ciento de las minas son pequeñas explotaciones artesanales con niños trabajando en ellas.
La Unión Europea y Estados Unidos han legislado para exigir una mejor trazabilidad sobre el origen del cobalto. Desde el 1 de enero de 2021 está en vigor un Reglamento del Parlamento Europeo relativo a la extracción de minerales necesarios para la fabricación de smartphones y baterías que garantizar la transparencia y la seguridad en el suministro de los importadores de la UE, que están obligados a comprobar que quienes explotan las minas respetan los derechos humanos y que los minerales no proceden de explotaciones ilegales destinadas a financiar conflictos armados. Por su parte, la Cámara de Comercio china anunció la puesta en marcha de la "Iniciativa de Cobalto Responsable", basada en las recomendaciones de la OCDE relativas a la explotación de minerales y otros productos químicos "de conflicto".
Por su parte, compañías privadas y en concreto fabricantes de coches eléctricos, trabajan para asegurarse la procedencia ética del cobalto para sus baterías. BMW, Mercedes-Benz o Volvo han hecho anuncios en este sentido, comprometiéndose a rastrear el origen del cobalto o directamente comprando en otros países como Australia. La otra opción, cada vez más habitual, es desarrollar baterías con menor proporción de cobalto, que suponen además menores costes de producción. El precio del hidróxido de cobalto utilizado para la fabricación de baterías ha subido un 95% en el último año, según Benchmark Mineral Intelligence. Las interrupciones en las rutas de transporte desde África a China, el mayor comprador de cobalto en bruto y primer productor de cobalto refinado del mundo, han llevado los precios de importación por encima de los 52.000 dólares la tonelada el pasado octubre.