El Mercedes-Benz GLC F-CELL de hidrógeno pronto pasará a ser historia. Mercedes abandonará el proyecto de este curioso experimento (más adelante hablamos de sus características técnicas) para centrarse en los vehículos de hidrógeno de gran tonelaje, camiones y autobuses, una aplicación más rentable para introducir la pila de combustible.
Hace apenas unos días sabíamos que Mercedes y Volvo habían llegado a un primer acuerdo para desarrollar, producir y vender conjuntamente camiones y autobuses de hidrógeno, un área donde la compañía alemana sí ve rentable desarrollar e implantar la movilidad eléctrica con hidrógeno. Al hilo de ese anuncio, Martin Daum (máximo responsable de la división de camiones de Daimler), ha adelantado que Mercedes dejará de fabricar el GLC F-CELL de hidrógeno.
Presentado por primera vez en el Salón de Frankfurt de 2017, el GLC F-CELL de hidrógeno llegó al mercado a finales del año siguiente, en 2018. Realmente, nunca se ha llegado a vender como tal: Mercedes lo ofrecía en régimen de alquiler, tanto a empresas como a instituciones públicas y particulares, a un precio aproximado de 800 euros al mes.
El objetivo de Mercedes, lejos de obtener beneficios con un proyecto que era muy costoso, era recabar información y experiencia con esta tecnología. Varios ministerios del Gobierno Alemán, instituciones como la Organización Nacional del Hidrógeno, la empresa pública de ferrocarriles Deutsche Bahn o diversas compañías del ámbito energético han sido los principales clientes de este modelo que ahora dice adiós.
Un coche curioso desde el punto de vista técnico (pero demasiado caro y complejo)
La pila de combustible es todavía una tecnología costosa, y no hay más que fijarse en el precio de los poquísimos modelos de hidrógeno que hay en el mercado. El GLC F-CELL era un coche más complejo todavía, pero que lo hacía interesante desde el punto de vista técnico. Una especie de laboratorio rodante de Mercedes que realmente podría considerarse un coche de hidrógeno híbrido enchufable.
Arquitectura del propulsor del Mercedes-Benz GLC F-CELL.
Este modelo cuenta con, por un lado, con dos tanques de hidrógeno con 4,4 kg de capacidad a 700 bares de presión y una pila de combustible bajo el capó. Por otra parte, el vehículo equipa una batería de iones de litio de 9,3 kWh de capacidad útil que puede recargarse a un máximo de 7,4 kW enchufando el coche a la red eléctrica. El coche puede alimentarse indistintamente de la batería o del hidrógeno, o bien funcionar en modo híbrido combinando automáticamente ambas opciones.
En suma, estamos ante un coche híbrido enchufable, pero con una pila de combustible en lugar de un motor de combustión. La autonomía con hidrógeno alcanzaba los 478 kilómetros y la batería proporcionaba 51 km adicionales, ambas cifras según el ciclo NEDC. El propulsor es un motor eléctrico con 218 CV de potencia y 365 Nm de par, y podía alcanzar una velocidad máxima de 160 km/h (limitada electrónicamente).