Cuando un fabricante desarrolla una estrategia de lanzamientos lo hace en base a unas proyecciones y/o estimaciones. Cifras en las que se basan todos y cada uno de los argumentos de producción y ventas. La esperanza siempre es cumplir con los objetivos, pero hay veces en las que las marcas se topan con el duro muro de la realidad.
Eso es lo que le ha pasado a Mercedes. Los resultados de 2023 son, sin paliativos, duros y por ese motivo los de Stuttgart se han visto obligados a reconsiderar su política eléctrica. Una cosa queda clara, Mercedes no va a cumplir con sus promesas de convertirse en una marca eléctrica en 2030.
En julio de 2021, hace casi tres años, Mercedes, a través de su CEO, Ola Källenius, anunció a bombo y platillo la total transformación de la compañía. El objetivo era vender exclusivamente coches eléctricos en 2030. En apenas 9 años, uno de los fabricantes más importantes del mundo quería modificar por completo su estructura, su gama y su posicionamiento. Un cambio tremendamente acelerado para una industria que evoluciona mucho más lento de lo que muchos habían advertido. La realidad es que a día de hoy, Mercedes está muy lejos de cumplir con la agenda programada.
Mercedes entierra sus objetivos eléctricos y seguirá apostando por la combustión
Al cierre de 2023 debían acumular una cuota de ventas eléctricas del 20%, sin embargo, los resultados definitivos del año demostraron que los eléctricos apenas representaron un 12% del total de ventas de la compañía. De los 2.491.800 vehículos vendidos, entre furgonetas y turismos, 263.400 unidades fueron vehículos 100% eléctricos.
Sí, es cierto que esa cifra ha crecido un 61% con respecto al 2022, pero sigue sin cubrir las expectativas. Ante semejante panorama, Mercedes no ha tenido más remedio que reconocer lo evidente y ralentizar, que no detener, el lanzamiento de más coches eléctricos. La compañía se tomará la transformación con más calma.
Si el objetivo era ser 100% eléctrica en 2030, el nuevo rumbo expresa que en 2030 aspiran a cosechar un 50% de ventas eléctricas. Las proyecciones se han recortado a la mitad. Tal y como ha afirmado el propio Ola Källenius, "la compañía espera que las ventas de vehículos EV alcancen hasta el 50% de las ventas totales en la segunda mitad de la década".
Más claro, agua. Mercedes entierra su propio objetivo y avisa de que seguirá apostando por los motores térmicos dado que los clientes así se lo exigen. Mercedes quiere convertirse en un fabricante 100% eléctrico, pero, según ellos, lo serán “cuando las condiciones del mercado así lo permitan”.
La marca de la estrella no es la única en cambiar de rumbo. Otras firmas como Audi o Ford también han sucumbido a la realidad. Las políticas europeas no parecen estar teniendo el efecto que se esperaba. Las prisas de muchos gobiernos y regiones no está teniendo el recibimiento esperado.
Millones de conductores están decididos a dar el salto a la movilidad eléctrica, pero encuentran diversos problemas en el camino. El precio de los vehículos es el principal argumento que se esgrime. Otros son la autonomía, la escasa y poco fiable de red de carga y la dificultad de acceder a un punto de carga doméstico.