Antes incluso de que Mitsubishi se atreviese con el singular Mitsubishi i-MIEV, el coche eléctrico que se comercializó también como Peugeot iOn y Citroën C-Zero, la marca japonesa llevó a cabo un experimento loco con su coche más icónico por entonces: el Lancer Evolution IX. El sueño de muchos aficionados, y símbolo de la cultura automovilística japonesa, se llegó a convertir en un coche eléctrico con cuatro motores. Esta es su historia.
En el año 2005, la mayoría de fabricantes habían hecho experimentos con coches eléctricos pero su presencia en el mercado era prácticamente inexistente. A mediados del aquel año Mitsubishi presentó el Colt EV MIEV, una versión eléctrica del pequeño Colt que tenía dos motores eléctricos integrados en las ruedas traseras. Este era sólo el primer paso de lo que tenía preparado Mitsubishi con esta tecnología.
Algunos meses después, a finales de agosto de 2005, la marca de los diamantes presentó el Mitsubishi Lancer Evolution MIEV. Un Lancer Evolution IX eléctrico con nada menos que cuatro motores eléctricos, uno en cada rueda. Las letras MIEV hacen referencia a esta tecnología: Mitsubishi In-wheel motor Electric Vehicle, que se traduce como «Vehículo eléctrico de Mitsubishi con motor en las ruedas». Más adelante, con el i-MIEV y su motor colocado en una posición más normal, la letra I pasaría a significar «innovador».
El Mitsubishi Lancer Evolution MIEV se presentó con motivo del Shikoku EV Rally 2005, una carrera en la que ya había competido la marca años atrás con un Eclipse eléctrico. Sin embargo, esta vez se había llevado el experimento a un nivel muy superior. El coche tenía cuatro motores eléctricos síncronos de imanes permanentes, uno en cada rueda.
Una de las consecuencias de esta curiosa elección era el tamaño de sus llantas, que debían tener un enorme diámetro (dejando muy poco perfil al neumático) para poder alojar el motor y los frenos, que iban encajados dentro del motor. El diámetro de los motores era de 445 mm, mayor que las llantas del coche de serie (17"), así que en el MIEV se optó por montar unas llantas de 20 pulgadas en unos neumáticos 255/30 ZR20. Con sólo ver las imágenes, salta a la vista que son desproporcionadamente grandes.
A diferencia de un motor eléctrico convencional, en el que el rotor gira dentro del estator, los motores del Lancer Evolution MIEV tenían el rotor fuera del estator. Eran otros tiempos, y entonces Mitsubishi creía que esta era la mejor solución para conseguir más potencia y más par. Cada motor tenía 50 kW de potencia (68 CV) y entregaba 518 Nm de par. Esta cifra de par tan elevada permitía prescindir de una caja reductora. Decía Mitsubishi que así se conseguía mayor eficiencia en la transmisión de potencia, pero lo cierto es que no había hueco para una reductora de engranajes. El diseño de rotor exterior permitía por primera vez poner motores de este tipo en las ruedas delanteras, algo que no había posible hasta entonces debido a los componentes del sistema de dirección.
Así las cosas, el Lancer Evolution MIEV tenía 272 CV de potencia y, teóricamente, 2072 Nm de par motor. Una barbaridad. Y gracias a esta tecnología, tenía tracción en las cuatro ruedas, una de las señas de identidad del Lancer Evolution IX de gasolina. En este caso, bajo el capó delantero estaba el inversor para los motores delanteros y algunos elementos auxiliares como la batería de 12 voltios (el inversor trasero iba debajo del maletero). Pero los motores no eran su única innovación reseñable.
Ahora es el pan de cada día y el diseño más habitual, pero hace casi dos décadas, poner la batería bajo el habitáculo del vehículo era algo realmente innovador. Para ello hizo falta retirar el depósito de combustible, la transmisión, el diferencial, el eje de transmisión y los demás componentes de la tracción 4x4.
En todo ese espacio se montó una batería de iones de litio con 33,7 kWh de capacidad (95 Ah / 355 V). Estaba fabricada por GS Yuasa, tenía 24 módulos y ofrecía unos muy meritorios 250 kilómetros de autonomía, quizá también un poco optimistas. Con todo, el coche detenía la báscula en 1.590 kilos, apenas 100 kilos más que el Lancer Evo IX de serie.
Por entonces, la marca anunció que después de correr la prueba de Shikoku, el Lancer Evolution MIEV serviría para llevar a cabo programas de pruebas que «ayudarían a la empresa a desarrollar vehículos eléctricos, híbridos y de pila de combustible de altas prestaciones que ofrezcan no sólo un rendimiento medioambiental superior, sino también unas prestaciones y un manejo iguales o mejores que las de los vehículos de gasolina». El resto es historia. El Lancer Evo de novena de generación sería el penúltimo de la saga y después del peculiar i-MIEV no habría más eléctricos con tres diamantes rojos.