Desde los albores de la era de la movilidad eléctrica la batería siempre ha supuesto el gasto más importante a la hora de fabricar un coche eléctrico. A día de hoy sigue siéndolo, pero las tarifas han caído en picado en los últimos 15 años. Cada vez estamos más cerca de la ansiada y necesaria paridad de precios con respecto a los vehículos térmicos. Los analistas consideran que se alcanzará dentro de poco, puede que antes de lo esperado, pero para que eso ocurra es necesario que los costes se reduzcan. Obviamente, China ha jugado un papel fundamental en toda esta transición, siendo la fuente principal de suministro, tanto en materias primas como en infraestructura.
En 2008 el mundo fue azotado por la mayor crisis económica de la historia. Las bolsas de todo el mundo perdieron gran parte de su valor y pocos eran los fabricantes que se atrevían con el mercado eléctrico. Cuesta pensar que hace 16 años casi ni existían cuando hoy son parte fundamental de las estrategias a corto, medio y largo plazo. Como suele ocurrir ante cada nueva tecnología, los principios son difíciles y caros. A finales de la primera década del siglo pocas eran las empresas centradas en la fabricación de baterías para vehículos eléctricos, pero el panorama ha cambiado radicalmente.
Tres factores han influido principalmente en la caída de los precios
Las constantes evoluciones y, por qué no decirlo, las políticas medioambientales, han promovido el cambio. Se mire por donde se mire los datos han mejorado significativamente, no sólo en cuanto a precios, también en otros aspectos fundamentales como fiabilidad y autonomía. Según la Oficina de Tecnologías de Vehículos del Departamento de Energía (DOE) de Estados Unidos, el coste promedio de las baterías de iones de litio se ha reducido un 90% en los últimos 15 años, entre 2008 y 2023. El mercado ha vivido una constante expansión en la oferta y la demanda. La economía de escala es el secreto que se esconde tras este cambio.
El informe detalla las cifras. En 2008 el coste promedio del kWh se situaba en el entorno de los 1.415 dólares. En 2023 esa cifra se redujo hasta los 139 dólares. Estimación calculada para una producción anual de 100.000 módulos de baterías por año. Cuantas más baterías se fabriquen más se reducirá el coste por unidad. A pesar de los buenos datos, las baterías siguen siendo una parte crítica de la política eléctrica. En los últimos años el mundo ha sufrido problemas que han supuesto un duro revés para los intereses económicos. Conflictos, pandemias y problemas derivados de un alza en los precios de la energía. A pesar de ello, los fabricantes han conseguido reponerse para reducir las tarifas. Hoy son más baratas que nunca, pero más caras que mañana.
El ya mencionado estudio reconoce tres factores fundamentales en la reducción: mejoras en la tecnología y en las fórmulas químicas, mejoras en los procesos de fabricación y, simplemente, un mayor volumen de producción. Teniendo en cuenta una batería estándar de litio de 80 kWh de capacidad el coste se sitúa actualmente en los 11.120 dólares. Sigue siendo una cifra significativa, pero el futuro es prometedor. Las mejoras seguirán produciéndose a lo largo de los años y, lo que es más importante, ya entramos en el ciclo de renovación. El reciclaje y aprovechamiento de viejos módulos deberían seguir minimizando el coste de las baterías durante la presente década.