Carlos Ghosn fue uno de los mayores impulsores de la estrategia de la Alianza Renault-Nissan-Mitsubishi hasta el horizonte 2022 con el objetivo de aumentar las ventas del consorcio hasta alcanzar 14 millones de vehículos en los próximos cinco años. Sin embargo, tras su destitución como presidente de Nissan, y la compleja participación en el voto en el Consejo de Administración de cada compañía pueden hacer pagar a Nissan un alto precio ante la propuesta de fusión con el fabricante francés presentada por Fiat Chrysler Automobiles.
La Alianza entre Nissan y Renault lleva en pie desde 1999 y tiene a sus espaldas 20 años de historia. En 2016 se unió Mitsubishi, con la adquisición por parte de Nissan de una participación mayoritaria.
El fabricante francés posee el 43,4% de las acciones de Nissan, mientras que la compañía japonesa es dueña del 15% de Renault. Por su parte, Nissan compró el 34% de Mitsubishi. Con esta estructura accionarial, la participación en el voto en el Consejo de Administración de cada compañía es compleja. Por un lado, Renault tiene una gran participación de voto en Nissan, pero no puede participar en las votaciones de Mitsubishi. Por el otro, Nissan no tiene ningún representante en el consejo de administración de Renault y por lo tanto tampoco derecho a voto. Durante años, Nissan se ha quejado del desequilibrio existente en la participación cruzada de ambas empresas.
Si la fusión FCA-Renault es aprobada por los accionistas de Renault y finalmente se convierte en realidad, la nueva entidad resultante continuaría siendo propietaria del 43,4% de las acciones y derechos de voto de Nissan, mientras que la participación del fabricante japonés en la compañía fusionada se diluiría a tan solo el 7,5%. Según el plan presentado para la fusión, Nissan será invitado a nombrar un representante de los 11 miembros que formarán la junta directiva de la nueva compañía.
Esto significa que el representante de Renault en la próxima reunión de la junta operativa de la Alianza Renault-Nissan-Mitsubishi tendrá bajo su mano un gigante empresarial con unas ventas globales combinadas de 8,7 millones de vehículos y más de 10.000 mil millones de euros de beneficio operativo.
El cambio de tamaño del fabricante francés, se produciría en un momento particularmente doloroso para Nissan, ya que en el año fiscal japonés que finalizó en marzo registró un descenso de su volumen global de ventas de un 4,4%, hasta las 5,5 millones de unidades y un beneficio operativo de 2.700 millones de euros, que supone una caída del 45%.
El intento de Nissan de reequilibrar la alianza se convertiría en un desafío todavía más desalentador si se fusionan Renault y FCA. Además, la destitución de Carlos Ghosn como presidente de Nissan ha provocado una pérdida de protagonismo de Nissan en los planes estratégicos de la Alianza. La fusión también haría que Renault reduzca su preocupación por la posible disolución de su alianza con Nissan después de 20 años.